Macau. AP. El hombre regordete salió de un taxi una noche de setiembre pasado y se encaminó al bar del lobby de Wynn Macau, un sitio tranquilo donde las mujeres se visten de gala y los apostadores se relajan fumando puros cubanos de 300 dólares.
Vestía ropas informales. No estaba acompañado por guardaespaldas ni mujeres llamativas. No era lo que uno espera de un hombre que alguna vez fue considerado el futuro dictador de Corea del Norte.
Kim Jong-nam había pasado varios años en el exilio, jugando, bebiendo y haciendo negocios de vez en cuando mientras viajaba por Asia y Europa. Daba la impresión de que se le había acabado la suerte en los tiempos recientes.
Con su familia se había mudado de un lujoso complejo sobre la playa a un edificio de departamentos más baratos en Macau. Buscaba compañía cuando se tropezó con un amigo afuera del Wynn.
“Quería que nos quedáramos con él porque no quería beber solo”, dijo un individuo que se mueve en el mundo de las apuestas de Macau y que esa noche conoció a Kim, gracias a un amigo en común.
En una ciudad donde abundan los nuevos ricos y los apostadores chinos que ostentan su fortuna, Kim era un individuo tranquilo, educado, que no hablaba de su poderosa familia.
“Parecía extraño que fuese el hijo de un dictador; era una persona común y corriente”, expresó el hombre, quien habló a condición de no ser identificado para no comprometer su situación en el mundo de los apostadores, el cual valora la privacidad.
Kim parecía un hombre sencillo, pero razones para preocuparse no le faltaban. Sabía que su medio hermano menor, el ahora gobernante de Corea del Norte, había ordenado hace años que lo hallaran.
Encuentro con la muerte. Un lunes por la mañana a mediados de febrero aparentemente lo lograron. Kim caminaba por el aeropuerto de Kuala Lumpur cuando se le acercaron un par de mujeres que, según la policía malaya, trabajaban para los norcoreanos.
Una de ellas le tocó la cara y lo impregnó con una potente toxina. Una ambulancia lo llevó a un hospital, donde falleció. Tenía 45 años.
La madre de Kim era una de las estrellas de cine más famosas de Corea del Norte. Su padre era una especie de príncipe heredero, miembro de una familia que gobierna dictatorialmente el país desde 1948, llamado a suceder a su padre.
Pero el abuelo de Kim Jong- nam, el padre de la patria, Kim il- sung, no aprobaba a su madre y no permitió que sus padres se casaran. Por eso, Kim pasó su infancia en medio de lujos pero aislado, sin ver a su abuelo.
Cuando su madre se enfermó, supuestamente de depresión, fue enviada a Moscú para recibir tratamiento y Kim fue criado por una tía materna.
Su padre, Kim Jong-il, lo adoraba y se desvivía por él, según escribió la tía, So'ng Hye-rang, en un libro de recuerdos tras desertar a Corea del Sur en la década de 1990.
En algún momento de su infancia, Kim Jong-nam se fue de su casa y pasó varios años con su madre o en internados de Moscú y Ginebra. Regresó ya adolescente, hablando varios idiomas, y volvió a verse encerrado en mansiones, en contacto únicamente con un primo, hijo de su tía.
“No tenían nada que hacer, ni adónde ir”, escribió So'ng. A veces hacían un paseo en auto por la ciudad, pero no se les permitía salir del auto. En la playa, los llevaban a un sitio cerrado al público, donde “experimentaban el dolor de estar en una amplia playa vacía”.
La otra familia. A esa altura, Kim Jong-il ya tenía otra familia con una bailarina llamada Ko Young-hui, la madre del actual gobernante de Corea del Norte, Kim Jong-un, su hermano y una hermana.
Fue probablemente a esta altura cuando Kim Jong-nam, quien era considerado por muchos analistas el seguro sucesor de su padre, fue hecho a un lado, quizá por su madrastra.
“Una reina puede desempeñar un papel importante a la hora de decidir un sucesor”, afirmó Chang Yong Seok, del Instituto por la Paz y la Unificación de la Universidad Nacional de Seúl.
Kim Jong-nam empezó a viajar de adulto y llegó a tener casas en Pekín y Macau, donde tuvo hijos con dos mujeres.
En el 2001 fue pillado tratando de entrar a Japón con su familia usando un pasaporte falso. Dijo que iban a Disneylandia, pero fue expulsado del país en lo que constituyó una situación incómoda para Kim Jong Il que podría haber acabado con cualquier esperanza que le quedase de suceder a su padre.
Se cree que era mantenido por su padre y por el Gobierno chino, el principal aliado de Corea del Norte.
No siempre llevó una vida solitaria. “Tuvo amantes en el exterior, se reunía con diplomáticos norcoreanos y tenía amigos en Corea del Norte”, aseguró Nicolas Levi, investigador del Centro Polaco de Estudios de Asia. A veces volvía a su país, pero no fue al funeral de su padre en el 2011.
En Macau, una ex colonia portuguesa convertida en un centro de juegos de azar frecuentado por los chinos, el hijo y la hija de Kim estudiaron en una escuela de habla portuguesa y la familia iba a misa, en un esfuerzo por asimilarse.
“Intentaron hasta donde pudieron” hacer vidas normales, cuenta Ricardo Pinto, editor de revistas de Macau que ha seguido de cerca las andanzas de la familia por años.
No hay indicio alguno de que Kim se haya involucrado con la política de su país, aunque en una ocasión declaró a un periodista que no creía en el sistema de dictadura de una familia que impera en su país.
Si bien nunca pasó por verdaderos apuros, daba la impresión de que ya no llevaba una vida de jet set . Dos años después de la muerte de su padre, su poderoso tío Jang Song-thaek fue aprehendido y ejecutado. Había tenido una relación estrecha con Kim Jong-nam.
La amenaza. Kim sabía que su hermano lo quería matar, aparentemente por temor a que algún día pueda ser usado en su contra por su linaje.
Después de un fallido intento de asesinato en el 2012, Kim le envió una carta a su hermano implorándole que lo dejase tranquilo, según funcionarios surcoreanos.
“No tenemos adónde ir, dónde escondernos. La única vía de escape es el suicidio”, le dijo.
Al parecer, los norcoreanos contrataron a dos mujeres, una indonesia y otra vietnamita, para matarlo. La indonesia dijo que creyó que era una broma, por la que recibió 90 dólares.