Banda Aceh, Indonesia
El sunami que devastó hace diez años la provincia indonesia de Aceh abrió el camino a la paz en esta región marcada por 29 años de un conflicto armado entre separatistas y fuerzas gubernamentales.
Situada en el extremo norte de la isla de Sumatra, Aceh se encontraba en una paupérrima situación con sus infraestructuras demolidas por años de combates armados y una población sumida en la desesperación, cuando se produjo la catástrofe natural el 26 de diciembre de 2004.
Los rebeldes del Movimiento por una Aceh Libre (GAM) luchaban desde su fundación en 1976, por la independencia de esta provincia islamista, denunciando el reparto "injusto" de los importantes recursos naturales de la región por parte del gobierno.
En ese entonces, Aceh era rastrillada por el ejército indonesio y estaba incomunicada del resto del mundo mientras tuvo lugar esta guerrilla que provocó unos 15.000 muertos, en su mayoría civiles.
El sunami, provocado por un terremoto de una magnitud de más de 9 grados en la escala de Richter, con epicentro en las profundidades del Océano Índico, hizo que un gran silencio se abatiera sobre Aceh.
Las informaciones entonces hacían pensar que las regiones más afectadas por las olas gigantes se encontraban en Tailandia y Sri Lanka.
Solamente al cabo de varios días fue revelada la amplitud de los daños sufridos: casi 170.000 muertos en Indonesia, en particular en Aceh, que parecía un campo de batalla. En total, más de 220.000 personas murieron en los países del Océano Índico.
La catástrofe provocó una importante movilización internacional y obligó a Indonesia a abrir a la ayuda humanitaria las puertas de Aceh, entonces cerradas a los extranjeros.
Otra consecuencia indirecta del maremoto fue que los rebeldes abandonaron su reivindicación de independencia total a cambio de una mayor autonomía.
"Está claro que el tsunami precipitó el proceso de paz", declara el analista Sidney Jones, añadiendo que "las chances de un retorno al conflicto son muy, muy pocas".
Camino a la paz. Un acuerdo de paz entre el gobierno y el GAM fue firmado el 15 de agosto de 2005 en Helsinki, menos de ocho meses después del sunami. Los combatientes del GAM depusieron las armas a continuación, y Yakarta retiró sus tropas de Aceh, acordando una amnistía para los rebeldes y presos políticos.
Numerosos exresponsables del movimiento separatista decidieron regresar a Aceh, donde el GAM se convirtió en partido político y logró que uno de sus miembros fuera electo gobernador.
Una década después del tsunami, Aceh se transformó, gracias a los miles de millones de dólares de ayuda internacional. La capital de la provincia, Banda Aceh, se convirtió en una ciudad mediana muy agradable para vivir, donde las huellas de la catástrofe de 2004 apenas son visibles.
Numerosos habitantes de la región continúan aún en la pobreza, al igual que en el resto de Indonesia donde el 40% de la población vive con menos de $2 diarios per cápita, pero los habitantes de Aceh parecen beneficiarse más del reparto de los recursos naturales ahora que antes.
Muchos exrebeldes se han implicado activamente en la vida política. El actual gobernador de Aceh, Zaini Abdulá, y su predecesor, Irwandi Yusuf, ambos elegidos por sufragio unuversal, ocupaban antes importantes puestos en el movimiento separatista.
"Durante el conflicto, no teníamos libertad y vivíamos en el terror", recuerda Ridwan, un habitante de Meulaboh, una de las comunas más devastadas por el sunami.
"Es horrible decir que el sunami fue una bendición disfrazada, pero probablemente fue este el caso", confía a la AFP.
Sin embargo, los problemas subsisten. Los exrebeldes controlan el poder y son acusados por sus detractores de preocuparse más de sus intereses personales que por los de la población.
La violencia continúa enfrentando a miembros de los partidos locales nacidos tras el acuerdo de paz, inclusive hubo muertos en algunas riñas registradas antes de las elecciones legislativas de 2013.
Observadores y ONG también denuncian la influencia en aumento de la ley de la charia en Aceh, única provincia en la que la aplicación de la ley islámica es autorizada en el país del mundo con mayor cantidad de población musulmana.
Si bien los programas de reinserción han ayudado a muchos exrebeldes, algunos que no se han beneficiado de éstos se encuentran tan desesperados que quieren continuar su lucha contra el gobierno indonesio.