Marawi, Filipinas
Grupos de civiles filipinos huían este sábado del enfrentamiento armado entre rebeldes islamistas, que se reivindican como miembros del grupo yihadista Estado Islámico (EI), y el ejército en la ciudad de Marawi, donde los combates son aterradores.
Cientos de islamistas armados alborotaron la ciudad de 200.000 habitantes, el pasado 23 de mayo, después de que el gobierno intentó arrestar a su líder, Isnilon Hapilon. Más de 50 pistoleros continuaron controlando el centro de Marawi cerca de dos semanas después, con al menos 15 rehenes, incluyendo un sacerdote católico. Algunos de estos rehenes fueron utilizados como escudos humanos.
Entre los ciudadanos que huían, se encontraba uno de los políticos más respetados de Marawi, que escondió a 71 civiles en su casa y guió a 144 personas por las calles del centro de la ciudad, en manos de combatientes que afirman pertenecer a la organización Estado Islámico.
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Norodin Alonto Lucman, el ex vicegobernador de un área musulmana autónoma que incluye a Marawi, afirmó que tuvo que disuadir en dos ocasiones de hombres armados, algunos de ellos, vecinos o parientes lejanos, que habían acudido a su casa pidiendo comida y armas.
Una vez se acabaron las provisiones, tuvieron que huir cruzando las bombardeadas calles de la ciudad, poniendo su vida a merced de los francotiradores islamistas.
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"Está todo cubierto de escombros, pollos, ratas y perros muertos, incluso por el olor de cuerpos en descomposición", contó al describir el camino de dos kilómetros que tuvieron que recorrer.
Agentes de la marina filipina patrullan un área desértica en su camino hacia el ataque a un escondite de militantes islamistas en Marawi.