El Ejército sirio debió retirarse ayer de las ciudades del país , como primer paso antes de que mañana se abra una tregua que deberá ser respetada por todas las partes.
Sin embargo, los activistas opositores denunciaron que las armas no han callado y que más de 100 personas murieron, entre ellas menores y mujeres, principalmente en las provincias rebeldes de Homs y Hama (centro del país) .
Según explicó por teléfono un activista en Idleb (norte), que se identificó como Abu Ahmed, el Ejército sirio abandonó ayer la periferia de esa ciudad, donde hasta ayer quemó casas y mató a civiles, y centró la represión en esa provincia en las localidades de Yisr Shugur y Yabal Zauiya.
Pese a ello, el mediador Annan prefirió no arrojar la toalla y emplazó a esperar hasta el final del plazo concedido a Damasco para verificar si su propuesta ha fracasado.
“Es evidente que el plan de paz no ha sido aplicado según el programa previsto, pero esto no significa que no pueda implementarse”, señaló el mediador en una rueda de prensa en el aeropuerto de Hatay, en el sur de Turquía.
La posibilidad de que la iniciativa de paz naufrague –lo que según muchos analistas podría arrastrar al país a una guerra civil abierta– llevó al Ejército Libre Sirio (ELS, rebelde) a elevar el tono y amenazar con pasar a la ofensiva en 48 horas si no cesa la violencia.
El portavoz del ELS en el interior de Siria, el coronel Kasem Saadedin, advirtió de que sus fuerzas “atacarán al régimen como nunca lo han hecho antes”, si no se detienen las hostilidades.
A esta escalada verbal se sumó el Consejo Nacional Sirio (CNS), el principal paraguas de los movimientos opositores, que aseguró que no descarta ninguna alternativa para detener el derramamiento de sangre, incluida la intervención armada.