Washington
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó este jueves el despliegue de medio centenar de militares en Sudán del Sur para proteger a sus ciudadanos y al personal diplomático de la Embajada estadounidense en Yuba, la capital del país.
En una carta remitida al presidente del Congreso, el republicano Paul Ryan, Obama especificó que los 47 soldados llegaron este jueves a Yuba “equipados para el combate”, pero con el propósito de “proteger a los ciudadanos estadounidenses y sus propiedades”.
La inestabilidad se extendió la semana pasada en la capital con el recrudecimiento de los combates entre los partidarios del presidente del joven país, Salva Kiir, y el vicepresidente, Riek Machar.
“Este personal desplegado permanecerá en Sudán del Sur hasta que la situación de seguridad no lo requiera más”, explica Obama en la misiva.
“He ordenado esta acción en línea con mis responsabilidades para proteger a ciudadanos estadounidenses en este país y en el extranjero”, especifica Obama.
La frágil paz que vivía Sudán del Sur desde hace un año se rompió la semana pasada por una serie de choques armados en Yuba entre facciones rivales, que desde entonces han causado al menos 300 muertos, aunque es un saldo muy provisional.
Con el fin de cortar esta violencia y evitar una escalada mayor, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el lunes al Consejo de Seguridad que apruebe un embargo de armas a ese país y sean sancionados los responsables de la violencia.
Mientras tanto, Estados Unidos, India y otros países continuaron evacuando el jueves a sus ciudadanos.
El ministro indio de Asuntos Exteriores, Sushma Swaraj, anunció que dos aeronaves habían aterrizado en Yuba para continuar las evacuaciones. Otros evacuados ya habían aterrizado en Kenia y Uganda.
La oficina alemana de Exteriores señaló que entre los evacuados el miércoles había tres efectivos chinos heridos de la misión de Naciones Unidas en Sudán del Sur, así como ciudadanos de Gran Bretaña, Francia, Polonia, Noruega, Australia, Canadá, Kenia y otros países.
Sin embargo, ciudadanos de Sudán del Sur que intentaron huir del país por carretera dijeron que en la frontera se les había ordenado regresar.
Un pacifista chino con heridas en la pierna fue trasladado por avión a Uganda el jueves.
“Todos estamos impactados por esto, y condenamos fuertemente este ataque”, dijo el embajador de China en Uganda, Zhao Yali. “Estas personas vienen desde lejos, de China a África. Sacrifican su vida para proteger la paz mundial y regional”.
Yuba trataba el jueves de volver a la normalidad después de la entrada en vigor, el miércoles, de un alto el fuego para detener la violencia entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir y las del vicepresidente Riek Machar.
El aeropuerto internacional de Yuba, así como algunos comercios, abrieron sus puertas, después de que una relativa calma regresó a la ciudad gracias al cese de hostilidades.
La vida en la capital vuelve poco a poco a la normalidad y algunas tiendas retomaron su actividad, según el diario The National Courier, mientras las fuerzas gubernamentales están volviendo a sus cuarteles, tal y como pidió Kiir a sus soldados.
El mandatario también solicitó a la población que empiece a regresar a sus hogares y a su rutina.
A pesar de la calma, se espera “un éxodo de trabajadores nacionales e internacionales”, después de que muchas embajadas y organizaciones hayan desaconsejado a su personal no esencial permanecer en Yuba.
El presidente del partido opositor Frente Democrático de Sudán del Sur, David Deshan, dijo que “la situación no está bajo control”, ya que el alto el fuego en Yuba no significa que vaya a aplicarse o respetarse en todo el país.
“No es (un alto el fuego) permanente. La tensión sigue siendo alta, no solo en Yuba, sino en todo el país”, aseguró.
Según Deshan, en las regiones de Alto Nilo y Yonglei (este) hay movimiento de tropas, por lo que podrían registrarse nuevos enfrentamientos.
La misión de la ONU en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés) también expresó su preocupación por las informaciones sobre la expansión de la violencia a otras partes de Sudán del Sur y urgió a los líderes políticos y comandantes militares a reducir la tensión.