Nairobi
África Subsahariana experimenta desde hace unos años la mayor ola de conflictos armados desde la descolonización, en las décadas de 1960 y 1970, debido a la creciente amenaza de grupos terroristas y fundamentalistas, explicó Human Rights Watch (HRW) .
El director para África de HRW, Daniel Bekele, advirtió en rueda de prensa de esta y otras tendencias alarmantes en la región, donde Burundi ostenta los mayores abusos a los derechos humanos registrados en 2015, un año donde las libertades políticas retrocedieron de forma generalizada.
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"Durante los últimos años, hemos visto un aumento de grupos fundamentalistas y ataques terroristas, de conflictos armados alimentados por tensiones étnicas y sectarias y disputas políticas", explicó Bekele.
La amenaza yihadista de Boko Haram en Nigeria, al-Shabab en Somalia o al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) han revertido el declive de la violencia experimentado tras las guerras que siguieron a los movimientos de liberación.
Hoy, los ataques de grupos extremistas son "una tendencia emergente", advirtió Bekele, igualmente preocupado por la respuesta que dan a estas amenazas las fuerzas de seguridad, que contribuyen a "perpetuar el ciclo de violencia" con sus abusos.
Esta creciente inseguridad ha espoleado el aumento de la represión política, que se ha traducido en una restricción de las libertades de expresión, asociación y otros derechos electorales.
La situación es especialmente alarmante en Burundi, que vive "el deterioro más dramático" de la región tras la decisión de su presidente, Pierre Nkurrunziza, de presentarse a la reelección a un tercer mandato en contra de la Constitución.
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La creciente oposición a las aspiraciones del reelegido Nkurunziza ha sido violentamente reprimida por las fueras de seguridad, responsable de asesinatos y detenciones ilegales, en un ciclo de violencia que ha obligado a abandonar al país a 230.000 personas.
Otros regímenes autoritarios como Etiopía, Uganda o Ruanda han aumentado la represión sobre activistas y libertades electorales básicas para defender las aspiraciones de sus mandatarios.
En Kenia, la organización denunció la represión a la comunidad somalí, y especialmente sobre los refugiados en el campamento de Dadaab, recinto gestionado por ACNUR cerca de la frontera con Somalia.
Los países de África meridional también sufrieron un retroceso en sus libertades políticas en 2015, debido a las nuevas leyes represivas y a la creciente contundencia policial contra los disidentes.
"En el último año hemos visto cómo políticos de la oposición, periodistas y activistas han sufrido más amenazas, empezando por Angola", declaró el investigador para el Sur de África, Dewa Mavhinga, en Johannesburgo.
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Sudáfrica es otro de los países señalados en el informe por la falta de respuesta del Gobierno a la ola de violencia xenófoba que en marzo y abril de 2015 provocó la huida del país de miles de inmigrantes africanos y la muerte de 7 personas.
En la raíz de estos "abusos generalizados", Bekele identifica factores que explican los principales problemas de África: la pobreza, el desempleo y el masivo crecimiento de la población, los malos gobernantes y la debilidad de las instituciones.
"Esto demuestra la complejidad y enormidad del problema de las violaciones de derechos humanos, pero no significa que sea un desafío frente al que África no pueda luchar", sentenció Bekele.