Buenos Aires. EFE. El exdictador argentino Jorge Videla, que cumple condenas por crímenes de lesa humanidad, dijo que durante la dictadura (1976-1983) informó a altos representantes de la Iglesia católica sobre el asesinato de desaparecidos, en una entrevista con la revista El Sur divulgada ayer.
En la entrevista, el exdictador dijo que la “desaparición de personas fue una cosa lamentable” en lo que insistió en llamar “guerra” contra la subversión.
La nota fue realizada entre agosto y octubre del 2010 mientras el exdictador estaba arrestado en la prisión de alta seguridad de Bouwer, en Córdoba, y concedida bajo la condición de que fuese publicada “luego de su muerte”, según refirió la revista que decidió divulgarla.
Videla dijo que era un asunto del que había hablado “con muchas personas , entre ellas, según precisó, el entonces nuncio apostólico en Argentina, quien fuera cardenal primado del país y otros obispos de la Conferencia Episcopal local.
”Con ellos hemos tenido muchas charlas (...). Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla”, dijo Videla, de 86 años, el primero de los cuatro presidentes de la dictadura.
El exdictador sostuvo que la Iglesia “ofreció sus buenos oficios” para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la búsqueda.
“La repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos”, afirmó.
En la entrevista, el exdictador justificó las acciones de represión basándose en los “decretos de aniquilación” firmados por el expresidente interino Italo Luder.
Videla dijo que al final de su mandato, en 1981, la Junta militar pensó en la posibilidad de publicar una lista con los nombres de las víctimas secuestradas y desaparecidas, algo que finalmente descartó.
“Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ¿dónde está enterrado para llevarle una flor?, ¿quiénes lo mataron?, ¿por qué?, ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar (hacer lío) más esa realidad, y que solo lograríamos afectar la credibilidad”, alegó.