Tras los ataques contra varias iglesias el día de Navidad en Nigeria, reivindicados por la secta islamista Boko Haram, el papa Benedicto XVI lamentó que “muchos cristianos en el mundo estén expuestos a persecuciones” que rozan casi el “martirio”.
El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad Cristiana, dijo en setiembre que “80% de los que son perseguidos por su fe son cristianos”.
De los 2.180 millones de cristianos que hay en el mundo, la mayoría desconoce lo que es vivir perseguido, pero en Nigeria, Pakistán o Irak una minoría lo padece.
Los ataques perpetrados por Boko Haram el fin de semana, que dejaron al menos 40 muertos, no son un caso aislado en África, por lo que preocupa que este tipo de actos se lleven por delante la convivencia entre un islam moderado, inspirado en el sufismo, y el cristianismo.
El padre Bernardo Cervellera, de la agencia misionera AsiaNews, considera que “la fuente” ideológica, cultural y financiera del islam intolerante en África proviene de Arabia Saudí, que da dinero a grupos que interpretan la religión de manera más radical.