“Como es natural, desafortunadamente, tras un golpe de Estado hay que admitir que ha habido derramamiento de sangre en las operaciones de limpieza en Chile”, afirmó entonces monseñor Giovanni Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado, según los cables consultables por Internet en la página de WikiLeaks y parcialmente divulgados por la revista italiana L'Espresso y el diario La Repubblica .
En uno de los informes enviados por la Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede, se descubre la compleja relación del Vaticano con una de las dictaduras más feroces de América Latina de la década de los setenta (1973 -1990).
Benelli era entonces el sustituto del cardenal Giovanni Cicognani, secretario de Estado de la Santa Sede, quien era muy anciano para cumplir con las funciones de número dos del Vaticano.
La mano derecha del papa Pablo VI, que había sido su secretario privado por años cuando era el cardenal Giovanni Battista Montini, se encargaba de los asuntos diplomáticos más delicados del papado, llegando a ser apodado el “Kissinger del Vaticano” por su visión autoritaria y anticomunista del mundo.
En los cables de la era de Henry Kissinger, Benelli expresó el 18 de octubre de 1973, un mes después del golpe militar que derrocó al gobierno socialista de Salvador Allende, “su profunda preocupación, al igual que la del Papa, sobre una campaña internacional izquierdista que tergiversa completamente, y con éxito, la realidad de la situación chilena”, según el cable clasificado como “secreto”.
Para el prelado, las denuncias contra la dura represión desatada por el régimen militar, eran simple “propaganda comunista”.