Donald Trump volvió a insistir este sábado en su voluntad de acercarse a Moscú, pero al mismo tiempo designó como nuevo director de Inteligencia a un exsenador que sufre sanciones de Rusia, un gesto que debería llevar tranquilidad a los que temen que el presidente electo sea indulgente con el gobierno ruso.
"Tener una buena relación con Rusia es una buena cosa, no una mala cosa. ¡Solo los 'estúpidos' o los imbéciles pensarán que está mal!", indicó en una serie de mensajes escritos en Twitter el sábado de mañana.
Una posición que va en sentido opuesto a la de numerosos legisladores republicanos, históricamente hostiles a Moscú.
"Ya tenemos suficientes problemas en todo el mundo como para sumarle otro. Cuando sea presidente, Rusia nos respetará mucho más que ahora y nuestros dos países tal vez trabajen juntos para resolver algunos de los grandes problemas de este mundo", escribió.
Pero la línea de conducta del presidente electo sigue siendo difícil de definir, ya que al mismo tiempo que expresaba su deseo de trabajar con Moscú, anunciaba el nombramiento de Dan Coats en el estratégico cargo de director nacional de Inteligencia. Coats es objeto de sanciones por parte de las autoridades rusas.
Este exsenador de 73 años "dirigirá la vigilancia permanente de mi administración a quienes buscan perjudicarnos", destacó Donald Trump. "Estoy seguro de que el senador Dan Coats es la elección correcta".
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Esta designación es un asunto muy sensible para el millonario líder populista, en plena polémica con los servicios de inteligencia estadounidenses a propósito de los ataques informáticos atribuidos a Rusia durante la elección presidencial estadounidense de noviembre último.
Trump ha manifestado públicamente su escepticismo sobre la injerencia rusa en los hackeos, en oposición a los organismos de inteligencia estadounidenses, que el viernes publicaron un informe en el que acusan directamente al presidente Vladimir Putin de haber ordenado operaciones de desinformación y de pirateo informático para ayudar a elegir al magnate inmobiliario y desprestigiar a su rival, Hillary Clinton.
El republicano volvió a la carga el sábado, siempre en Twitter, para denunciar "la grave negligencia" del Partido Demócrata, que, según él, permitió que le piratearan miles de mensajes electrónicos de altos dirigentes del partido.