Las aerolíneas, que perdieron unos $2.000 millones, trataban ayer de ponerse al día para hacer que cientos de miles de personas llegaran a su destino ayer, tras una semana de parálisis casi total de la aeronáutica Europea.
Las autoridades de aviación civil defendieron sus decisiones de dejar en tierra los aviones la semana pasada y de reanudar luego los vuelos, tras una serie de críticas de los ejecutivos de las aerolíneas, quienes consideran que las decisiones se basaron en datos erróneos o temores infundados.
Las cancelaciones provocadas por la erupción volcánica dejaron a millones de personas en el limbo ante la falta de vuelos, causaron graves pérdidas a las aerolíneas y otras empresas e incluso amenazaron la incipiente recuperación económica en Europa.
Una agrupación de la industria aeronáutica consideró que los estragos financieros fueron peores que los del cierre de tres días de los aeropuertos de todo el mundo tras los atentados terroristas del 2001 en Estados Unidos.
El espacio aéreo en buena parte de Europa se reabrió ayer, luego que la capa de cenizas comenzó a disiparse, para quedar en niveles considerados seguros. Persistían las restricciones sobre partes de Gran Bretaña, Irlanda, Francia y los países escandinavos.
Los pizarrones en los aeropuertos más grandes de Europa –Heathrow de Londres, Charles de Gaulle de París y Francfort, en Alemania– mostraron que alrededor del 80% de los vuelos estaban a tiempo. Mientras, las aerolíneas comenzaban a llenar los asientos vacantes con las personas que habían quedado varadas por días.
Pero en vista de que fueron cancelados 102.000 vuelos en todo el mundo durante los últimos días, las aerolíneas tardarían al menos una semana más en lograr que todos los viajeros que sufrieron demoras lleguen a su destino.
En Islandia, el volcán que hizo erupción debajo de glaciar Eyjafjalla siguió activo ayer, arrojando lava y produciendo temblores de tierra. Sin embargo, ya no emitía la fumarola de cenizas y humo que llegó a alcanzar una altura de entre seis y 10 kilómetros.
“Hay mucha menos emisión de cenizas y la fumarola es baja”, dijo Gudrun Petersen, de la oficina meteorológica de Islandia.
En Londres, el secretario de transporte británico, Andrew Adonis, negó que el Gobierno hubiera decidido reabrir los cielos bajo presiones de las aerolíneas. “Por supuesto querían volar sus aviones, pero eso no ha sido lo que estuvo aquí en juego”, dijo a la BBC.
En Berlín, Giovanni Bisignani, titular de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, calificó de devastadoras las pérdidas por la veda de vuelos e instó a los Gobiernos europeos a examinar los medios de compensar a las aerolíneas por los ingresos perdidos, como hizo el Gobierno de EE. UU. después de los ataques terroristas del 2001.