Según los militantes Comités de Coordinación Local, al menos 15 personas murieron ayer en distintas provincias del país como Homs e Idleb, principales bases de la oposición al régimen de Bashar al-Asad, donde a menudo se dan choques entre soldados desertores y tropas leales al presidente.
Muy superior fue el número de víctimas del martes, cuando al menos 111 civiles murieron en Kafr Eid, en Idleb, durante los bombardeos del Ejército sirio.
Ante esta situación, el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal órgano opositor, pidió al Consejo de Seguridad de la ONU reunirse de urgencia a “discutir sobre las masacres” que, según sus cálculos, han causado casi 250 fallecidos en los últimos dos días.
Además, el CNS solicitó que la Cruz Roja Internacional y otras organizaciones humanitarias intervengan en las ciudades atacadas y que se obligue a las fuerzas del régimen a retirarse de ellas.
La violencia repuntó en Siria tras la firma el lunes anterior de un acuerdo por el cual el régimen aceptó recibir una misión de observadores encargados de verificar el cumplimiento de la iniciativa de la Liga Árabe para solucionar la crisis en el país.
Ante la expectativa generada por esa delegación, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al-Arabi, insistió en la necesidad de que Siria cese de inmediato la violencia para crear “una atmósfera adecuada” al equipo que deberá llegar hoy a Damasco.
Las autoridades árabes deben “afrontar sus responsabilidades para proteger a los civiles conforme a lo estipulado en la iniciativa árabe”, afirmó al-Arabi, quien recordó que el plan estipula la retirada de las tropas de las ciudades y la liberación de todos presos políticos; entre otros puntos.
A este primer grupo de observadores le seguirá el domingo otro de 30 personas, entre ellas el jefe de la misión, el sudanés Mohamed Ahmed Mustafá, y expertos en derechos humanos y asuntos políticos y militares.
La Liga Árabe, que apura los preparativos finales de la misión, sigue sin detallar si el acuerdo aprobado incluye las polémicas condiciones de Damasco para que “se respete la soberanía nacional” durante la visita, si bien el ministro sirio de Exteriores, Walid al-Moalem, ya se pronunció al respecto.
El mismo día en que Siria suscribió el protocolo, al-Moalem destacó que los observadores podrán moverse “libremente bajo la protección del Gobierno sirio”, pero no se les permitirá la visita a “zonas militares sensibles”.
Entre tanto, la Casa Blanca reiteró que la salida de al-Asad es la “única manera de conseguir el cambio” y restó credibilidad a la intención manifestada del régimen de solucionar el conflicto mientras siga asesinando a civiles.