Ante la idea de quemar 200 copias del Corán, la secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton, instó al reverendo Terry Jones, pastor de la iglesia Dove World Outreach Center, en Gainesville (Florida), a desistir de ese plan y condenó dicha propuesta.
Subrayó que se trata de algo “indignante” y una “aberración” que no refleja los valores de EE. UU., al tiempo que calificó de “lamentable” que esa congregación lograra tanta atención por la forma “vergonzosa” de conmemorar el noveno aniversario de los atentados terroristas, en los que murieron unas 3.000 personas.
Los planes del pastor de Florida también generaron preocupación en el Viejo Continente.
La Unión Europea (UE) expresó su rotunda condena a Jones y aseguró que la Alta Representante comunitaria, Catherine Ashton, considera que “esta no es la forma adecuada de proceder”.
También hubo críticas desde otras religiones. El Vaticano dijo que la iniciativa es un “ultraje a un libro considerado sagrado” por una comunidad religiosa.
El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso afirmó que “a aquel despreciable acto de violencia (atentados del 11 de setiembre) no se puede poner remedio” con un gesto de este tipo.
Las críticas también se sucedieron desde el Líbano, donde dirigentes tanto cristianos como musulmanes condenaron el llamamiento del pastor estadounidense a quemar copias del Corán.
Además, la comunidad internacional alertó sobre las consecuencias que esa acción puede tener para las tropas internacionales desplegadas en Afganistán.
Al respecto, el jefe de la Misión de la ONU en Afganistán, Staffan de Mistura, calificó de “repugnante” esos planes y advirtió de que ello puede espolear a los insurgentes afganos.
La Casa Blanca y el jefe de las tropas internacionales desplegadas en Afganistán, general David Petraeus, también han mostrado su preocupación.
Pese a todas las presiones, el reverendo Jones insiste en seguir adelante con sus planes y asegura que con la quema del Corán quiere enviar un mensaje contra el “radicalismo” del islam.