Saná. AP. El presidente de Yemen anunció ayer al Parlamento que no se postulará a una reelección, ni transferirá el mando a su hijo, en una aparente reacción a las protestas en este empobrecido país, inspiradas en las insurrecciones en Túnez y Egipto.
El presidente Alí Abdalá Saleh, aliado de Estados Unidos, quien ha estado en el poder por casi 32 años, habló a los legisladores de ambas cámaras en asamblea, en vísperas de concentraciones masivas convocadas por la oposición en todo el país.
Saleh dijo: “No buscaré extender mi presidencia otro mandato, ni dejaré a mi hijo de heredero”.
Previamente, buscó distender las tensiones en Yemen al aumentar los sueldos a los militares y rechazar las acusaciones de la oposición de que pretende instalar a su hijo como sucesor, pero con ello no ha logrado que los opositores dejen las calles de Saná.
En enero, decenas de miles se congregaron durante varios días de protestas para exigir la renuncia de Saleh, demanda que pocos opositores se habían atrevido a hacer anteriormente.
Su actual mandato concluye en 2013, pero propuso enmiendas a la Constitución que podrían permitirle mantenerse en el poder por otros dos mandatos adicionales de diez años.
Después de la revuelta de Túnez, que obligó a su presidente a huir al exilio y las protestas de Egipto que exigen el fin del régimen de 30 años del mandatario Hosni Mubárak, Saleh ordenó la reducción de los impuestos a la mitad y ordenó a miembros de su Gobierno que controlen los precios.
Emplazó a la Policía antimotines y a los soldados en varios puntos estratégicos en Saná y sus alrededores con el fin de impedir nuevas manifestaciones, pero las protestas callejeras, encabezadas por opositores y jóvenes activistas, han continuado, lo que pone en peligro la estabilidad de Yemen.
Llamado. Ayer, en el Parlamento, Saleh instó a la oposición a reunirse para mantener un diálogo sobre reformas políticas y exigencias.
El vocero opositor, Mohamed al-Sabri, rechazó el llamado al diálogo y expresó dudas sobre la promesa del mandatario de no postularse a una reelección. Al-Sabri afirmó que hizo una promesa similar en 2006, pero la incumplió.
“Los llamados al diálogo no son serios, su intención es servir como tranquilizantes”, expresó al-Sabri.
Yemen, el país más pobre del mundo árabe, se ha convertido en un refugio para milicianos de al-Qaeda. El régimen corrupto de Saleh tiene escaso control fuera de la capital y su principal fuente de ingresos, el petróleo, podría agotarse en un decenio.