Deauville, Francia. AFP. Los líderes del G-8 propondrán una colaboración duradera a países árabes, en especial Túnez y Egipto, durante su cumbre en Deauville.
“Nos reunimos con los primeros ministros de Egipto y de Túnez y decidimos lanzar una colaboración duradera con estos países que inician una transición hacia la democracia”, afirman los jefes de Estado y de Gobierno de los ocho países más industrializados del mundo mientras empieza a definirse la ayuda financiera internacional para sostener ese complejo camino.
En una nota al G-8, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció ayer que estudia otorgar préstamos de hasta $35.000 millones a los países importadores de petróleo de Oriente Medio y el norte de África, si sus Gobiernos piden ayuda al organismo financiero.
Días después de que Estados Unidos anunciara que otorgará varios miles de millones para sostener la democratización de esos países y que el Banco Mundial prometiera $6.000 millones, Gran Bretaña anunció en Deauville $175 millones para Túnez y Egipto, pero también Jordania y Marruecos.
Los primeros ministros de Túnez, Beji Caid Essebsi, y Egipto, Essam Charaf, invitados especiales al G-8, ya hicieron las cuentas: Túnez necesita $25.000 millones para los próximos cinco años y Egipto $12.000 millones hasta el 2012.
En su proyecto de declaración final de la cumbre que termina hoy, Nicolás Sarkozy (Francia), Barack Obama (EE. UU.), David Cameron (Gran Bretaña), Ángela Merkel (Alemania), Dimitri Medvedev (Rusia), Silvio Berlusconi (Italia), Stephen Harper (Canadá) y Naoto Kan (Japón) instarán a Túnez y Egipto a “impulsar reformas económicas y sociales”.
Consideran que esas reformas “responderán a las aspiraciones de la población” tras las revoluciones árabes que expulsaron del poder a los presidentes autoritarios de Túnez, Zine el-Abidine Ben Alí y de Egipto, Hosni Mubárak.
En la misma declaración, los dirigentes del G-8 instarán a Muammar Gadafi a cesar la violencia y apoyarán una solución política casi tres meses después del inicio de los bombardeos de una coalición internacional en Libia.
Aunque no figura en la agenda oficial, el nombramiento del sucesor de Dominique Strauss-Kahn al frente del Fondo Monetario Internacional estuvo en las conversaciones bilaterales del G-8, donde los europeos defendieron la candidatura de la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde.