Luego de más de una década de nacionalizaciones y expropiaciones en Venezuela, el Estado aun produce el mismo 30% de la riqueza que cuando el presidente Hugo Chávez asumió su segundo mandato el 2 de febrero de 1999.
El restante 70% sigue en manos del sector privado, que, sin embargo, se ha visto reducido de 13.000 empresas en aquel momento, a solo 7.400 compañías hoy.
Para varios expertos venezolanos consultados por
La realidad se ha encargado de derrumbar los sueños del mandatario de que el sector estatal sea cada vez más grande y poderoso.
Noel Álvarez presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), la principal organización de gremios empresariales de ese país, explicó que en el 2007 el gobierno presento el Plan Simón Bolivar, en el que se establece que para el año 2013 las empresas públicas tendrán que generar el 70% del PIB y el sector privado solo 30%.
Para David Paravisini, analista con un punto de vista más socialista, con la llegada de Chávez al poder un amplio sector de la población (unos cuatro millones de personas), que estaba excluido de la actividad económica, se integró al mercado de consumidores.
Esto convenció al gobierno, según Paravisini, de “tomar” del sector privado los elementos que consideró necesarios para satisfacer las demandas de alimentos y servicios de estas personas.
De allí surge la expropiación de terrenos ociosos para producir alimentos, de agroindustrias y supermercados para distribuir los productos que estas empresas deberían haber generado.
Elsa Cardozo, analista política independiente venezolana, comentó que el proyecto de Chávez es establecer la cadena de producción completa. Desde el campo hasta los consumidores finales de los productos en los hogares.
“El problema es que este proceso no es instantáneo, lleva tiempo y coordinación para poder salir adelante y allí es donde ha fallado”, detalló Cardozo.
La coordinación es una de las grandes trabas que enfrenta el proyecto bolivariano de Chávez. Muchas de las empresas nacionalizadas, como Siderúrgica del Orinoco (Sidor C.A) que el 9 de abril del 2008 quedó bajo control estatal, han reducido su producción por la falta de suministro de energía eléctrica, otro sector nacionalizado y que sufre una severa crisis por la falta de inversión y planificación.
“Es una suerte de encrucijada para Chávez porque no abandona el proyecto estatista, pero no deja al sector privado importar y distribuir productos”, dice Cardozo.
Esta cifra representa 83,26% de las reservas internacionales de Venezuela, que oscilan alrededor de los $28.000 millones. El Estado solo ha cancelado $8.600 millones, según un informe de la firma.
Las empresas indemnizadas hasta ahora son Electricidad de Caracas, CANTV, las petroleras Statoil, Total, Chevron, Banco de Venezuela y Sidor, a la que aún le deben $900 millones. La suma pagada representa 36,9% de la erogación total que debe hacer el Gobierno en expropiaciones y estatizaciones, la cual subirá con la reciente adquisición forzosa de la firma de molinos de harina Monaca.
Con un panorama de estatización como este, se podría pensar que Venezuela está destinada a ser una economía similar a la cubana o a la de la antigua Unión Soviética.
Sin embargo Álvarez, Paravisini y Cardozo coinciden con el economista Asdrúbal Oliveros, de Ecoanalítica, cuando asevera que “Venezuela no necesarimente va a derivar en un modelo cubano, pero sí hay una política para incrementar la presencia del Estado”.
Para Oliveros, “la política de expropiaciones va a continuar cada vez que haya sectores que se vuelvan estratégicos para el gobierno. Si este considera que tiene ventajas políticas tener presencia en determinadas áreas hará las nacionalizaciones necesarias”.