La segunda jornada de la huelga general de 48 horas convocada por los sindicatos culminó ayer con unas 70.000 personas, según la Policía, concentradas en la plaza Syntagma de Atenas, frente al Parlamento, gritando consignas contra el Ejecutivo y las medidas de ahorro impuestas por la UE y el Fondo Monetario Internacional.
El número de manifestantes fue elevado a 200.000 por Syriza, el partido líder de la oposición.
“Creo que estas medidas destruirán a Grecia. La gente ya no tiene ni para comer y nos están recortando cada día el salario, las pensiones y las prestaciones sociales. Y luego dedican el dinero del Estado a los bancos”, se quejó, amargamente, Yannis Messentzis, cuyo salario ha caído alrededor de un 35 % en los últimos dos años.
Cobros. Entre las medidas que debatió el Parlamento, se cuenta el cobro de cinco euros por visita médica, 25 euros por hospitalización y un euro por receta, así como la reducción de la cobertura de medicamentos para enfermos crónicos.
También se flexibilizan la legislación laboral y se reducen las prestaciones sociales y las pensiones.
“Tengo amigos que están emigrando porque aquí no encuentran trabajo. Y no hay perspectivas de que esto vaya a mejorar”, dijo Nikos, un estudiante universitario.
La protesta, en principio pacífica, derivó hacia las seis de la tarde en disturbios cuando grupos de manifestantes se enfrentaron con petardos y alguna bomba incendiaria a la Policía, que respondió con gases lacrimógenos y cargas que culminaron en algunas detenciones, cuyo número no se había concretado de manera clara.