“Los franceses ya no quieren una Europa colador. Es el mensaje que he oído”, dijo el lunes Sarkozy, un día después de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, marcadas por un resultado histórico del Partido Frente Nacional, de extrema derecha.
“Se acabó la Europa que no controla los flujos migratorios”, agregó el jefe de Estado francés, que disputará la segunda vuelta de los comicios contra el socialista François Hollande el 6 de mayo.
El ministro de Interior francés, Claude Guéant, defenderá esta posición mañana en una reunión con sus homólogos de la Unión Europea (UE) en Luxemburgo.
Guéant mencionará la posibilidad de restablecer los controles en las fronteras de Francia durante un mes, en caso de que la frontera exterior de un país miembro del espacio Schengen falle, y no descarta prorrogar esta medida si es necesario.
Alemania apoya la idea, expresada en una carta conjunta firmada por Guéant y el ministro alemán de Interior, Hans-Peter Friedrich.
Ningún responsable europeo desea adoptar una postura sobre un tema tan sensible políticamente en Francia, antes de que se celebre la segunda vuelta de los comicios.
Todos los dirigentes políticos europeos parecen entender que el 18% de votos conseguidos por FN en la primera vuelta del domingo en Francia va a inflamar los temas relativos a inmigración en la campaña para la segunda vuelta.
Además, el claro empeño de Sarkozy de forzar en ocasiones a sus socios europeos a aceptar sus propuestas, ha logrado indisponer a algunos de ellos, de manera que las primeras reacciones podrían ser bastante negativas mañana en la cita de Luxemburgo.
La propuesta franco-alemana sobre Schengen “huele muy mal”, resumió el ministro de Relaciones Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn. Empero, la idea franco-alemana no es nueva. El debate sobre la reforma de Schengen surgió ya en marzo del 2011, también entonces, a petición de Francia.