Ciudad del Vaticano. AFP El papa Benedicto XVI reconoció hoy el derecho de todo Estado a defender sus fronteras ante el fenómeno de la inmigración y pidió a su vez a los países que garanticen a los inmigrantes el acceso a sus recursos y a la integración.
“Los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana”, escribió el pontífice en un mensaje divulgado hoy por el Vaticano pero que será leído en todas las parroquias con ocasión de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebrará el domingo 16 de enero del 2011.
“Los inmigrantes, además, tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional”, subraya el pontífice.
En el texto, que lleva el título `Una sola familia humana`, el Papa asegura que tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destino es universal.
Para el jefe de la Iglesia Católica, el fenómeno mismo de la globalización, característico de nuestra época, no es sólo un proceso socioeconómico, sino que conlleva también una humanidad cada vez más interrelacionada, que supera fronteras geográficas y culturales.
“El sentido profundo de este proceso histórico y su criterio ético fundamental vienen dados precisamente por la unidad de la familia humana y su desarrollo en el bien”, señaló.
“La Iglesia reconoce el derecho a emigrar a toda persona, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida”, afirmó.
Según cifras del religioso Gabriele Bentoglio, del Consejo Pontificio para los Migrantes, en el mundo hay 15 millones de refugiados, de los cuales 10,4 millones bajo la responsabilidad del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Unas 27 millones de personas han sido desplazadas de sus propias tierras, subrayó el líder católico.
“A aquellos que se ven forzados a dejar sus casas o su tierra se les debe ayudar a encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los acoge, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida”, escribió el Papa.
“Estas personas, que huyen de violencias y persecuciones, la comunidad internacional ha asumido compromisos precisos. El respeto de sus derechos, así como las justas preocupaciones por la seguridad y la cohesión social, favorecen una convivencia estable y armoniosa”, afirmó.