Los participantes se comprometieron en un documento a “seguir adhiriendo al levantamiento pacífico de nuestro pueblo sirio por la libertad, la democracia y el pluralismo”.
Según los opositores, la revuelta popular siria apunta a “fundar un Estado democrático civil por la vía pacífica”.
Los opositores rechazaron también “cualquier intervención extranjera en los asuntos de Siria” y llamaron a privilegiar “el interés de la patria y la libertad del ciudadano”.
Por su parte, Estados Unidos calificó esta reunión de “acontecimiento importante”.
Al inaugurarse la reunión, los participantes habían observado un minuto de silencio en honor de “los mártires civiles y militares” caídos desde que comenzó el movimiento, el 15 de marzo.
Desde esa fecha han muerto 1.342 civiles y 343 policías y soldados, según el último balance del Observatorio sirio de los Derechos Humanos.
“Hay dos vías, la primera clara y no negociable que va hacia una transición pacífica hacia un régimen democrático y que salvará a nuestro pueblo y a nuestro país. Hay otra vía que lleva hacia lo desconocido y que destruirá a todos”, afirmó el opositor Munzer Jaddam, que presidía la reunión.
En otra alocución, el escritor y opositor Michel Kilo –que cumplió una pena de tres años de prisión por haber firmado una declaración a favor de la soberanía del vecino Líbano– advirtió contra la “solución de la seguridad” adoptada por las autoridades.
Esta reunión fue cuestionada por opositores que se encuentran fuera de Siria, los que acusaron a los participantes de ser “manipulados por el régimen”.
“No tenemos relación con los opositores del exterior. Nosotros también nos preguntamos sobre sus objetivos. Los que se reunieron en Antalya (Turquía) y en Bruselas adoptaron opiniones similares a las de los países occidentales que no actúan en favor de Siria”, indicó el periodista y escritor Nabil Saleh.