Abiyán. AFP El presidente saliente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, permanecía ayer atrincherado en su búnker en Abiyán, pese a la presión militar y diplomática que acentuó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al exhortarlo a que ceda el poder.
“Es absolutamente necesario que él ceda su poder al democráticamente electo Alassane Ouattara, antes de que sea demasiado tarde”, dijo Ban, quien añadió que “es su última oportunidad para salir de esto con dignidad”.
Después de la crisis política y la escalada militar, ahora se hace evidente la urgencia humanitaria en la capital económica marfileña, a merced del saqueo. En las calles, los cadáveres parecen olvidados, el sistema de salud es prácticamente inexistente, el agua y la electricidad sufren múltiples interrupciones y las reservas de alimentos disminuyen rápidamente.
Tiros esporádicos de armas pesadas y ligeras se escucharon ayer por la mañana cerca del palacio de Laurent Gbagbo, blanco de disparos de las fuerzas francesas el miércoles en la noche, informaron habitantes y periodistas.
Parte del armamento pesado utilizado para defender la residencia presidencial fue blanco de los disparos franceses el miércoles en la noche durante el rescate del embajador de Japón, que vivía en el sector y cuya residencia fue atacada por fuerzas leales a Gbagbo. Horas antes, las fuerzas leales a Gbagbo, fuertemente armadas, habían conseguido rechazar el asalto de las de Ouattara, reconocido por la comunidad internacional.
La creciente participación de Francia en este conflicto ya ha provocado polémica: el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores estimó que las tropas francesas y la ONU están participando en un “conflicto interno” de Costa de Marfil.
Gbagbo, atrincherado en su búnker con sus allegados, dispone aún de unos mil hombres.