Las empleadas y empleados domésticos del mundo cuentan desde ayer con una convención internacional que les garantiza, por primera vez, los mismos derechos y condiciones que el resto de los trabajadores de sus países.
El avance es calificado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como trascendental, y deberá ser ratificado ahora por un mínimo de dos países para entrar en vigor; luego, podrán firmarlo otros países interesados.
Filipinas y Uruguay anunciaron su intención de hacerlo.
“El país ha avanzado en ese tema; no creo que debamos hacer grandes cambios en nuestra legislación cuando se adopte este convenio”, dijo Eugenio Solano, viceministro de Trabajo de Costa Rica.
Recordó que el gobierno de turno realizó, en julio del 2009, reformas en el Código de Trabajo y modificó artículos que lesionaban los derechos de estos trabajadores.
“Por ejemplo, antes de esa reforma, nuestra legislación establecía jornadas de 12 horas diarias para este grupo, lo cual se cambió porque lesionaba sus derechos”, dijo Solano.
La informalidad en la que trabaja este grupo, pocas veces reportadas por sus patronos, hace difícil contar con una cifra certera de trabajadores en esa categoría.
Diferentes investigaciones independientes coinciden en afirmar que son más de 100 millones, el 90% de ellos mujeres.
En Costa Rica, la Caja Costarricense de Seguro Social reportó 97.000 empleadas domésticas, según dato solicitados en el 2009 por el Ministerio de Trabajo para reformar el Código de Trabajo.
Sin embargo, como ocurre en muchos países, muchas de ellas no son reportadas a la Caja.
De hecho, el convenio busca mejorar condiciones de discriminación catalogadas, en algunos países, como esclavitud.
Además, el 45% no tiene derecho a tomar ni siquiera un día de descanso a la semana.
Somavia rindió “homenaje” a las organizaciones sindicales que lucharon durante años para hacer realidad esta convención, cuyo preámbulo dice: “Los trabajadores domésticos son trabajadores. No son sirvientes”.
La coordinadora de la Red Internacional de Trabajadores Domésticos, Karen Pape, reconoció que los Gobiernos tendrán que dar muestra de voluntad política para ratificar la convención.
Pape recordó que varios países africanos ya cuentan con leyes que protegen a esos trabajadores o han prometido ratificar la convención: “Sería una verguenza que los países industrializados no lo pudiesen hacer”, dijo.
María del Carmen Cruz, de la Asociación de Trabajadoras Domésticas de Costa Rica, donde vive, dijo sentirse “emocionada porque esta convención reconoce que tenemos los mismos derechos que el resto, como seres humanos, trabajadoras, mujeres e inmigrantes”.