Oslo. AFP. La Fiscalía noruega acusó de terrorismo a Anders Behring Breivik ayer, por la vía oficial, más de siete meses después de que confesó haber matado a 77 personas en un atentado con bomba y un ataque a tiros.
Los informes médicos confirmaron que el hombre, de 33 años, padece de una enfermedad mental, por lo que la Fiscalía pedirá que sea recluido en una institución psiquiátrica en lugar de encarcelarlo, a no ser que surja nueva información sobre su estado mental durante el juicio que comenzará en abril.
El ultraderechista Breivik confesó haber perpetrado los ataques del 22 de julio, pero niega ser penalmente culpable, y tildó a las víctimas de “traidoras” por defender una política de inmigración que, según él, resultará en la islamización de Noruega.
En el atentado, ocho personas murieron por la detonación de un artefacto explosivo en el centro de Oslo y otras 69 perecieron en un tiroteo en la isla de Utoya donde se reunía el ala juvenil del gobernante Partido Laborista.
La fiscala Inga Bejer Engh manifestó que 34 de las víctimas de Utoya tenían entre 14 y 17 años, 22 entre 18 y 20, seis entre 21 y 25 y siete tenían más de 25 años.
Agregó que 77 murieron a causa de los disparos, otras dos debido a las caídas y unas 33 resultaron heridas, pero sobrevivieron.
El vocero policial Tore Jo Nielsen detalló que Breivik permaneció “totalmente calmado” ante la lectura de las acusaciones.
Los cargos de terrorismo le costarían una pena máxima de 21 años de prisión. Sin embargo, la Fiscalía presume que Breivik tiene enajenadas las facultades mentales y podrían encerrarlo en el psiquiátrico. El juez ordenó una segunda evaluación psiquiátrica de Breivik, que se realiza ahora, pero su valoración preliminar fue que el acusado es un paranoico esquizofrénico.
Algunos especialistas se preguntaron si una persona aquejada de una grave enfermedad mental podría realizar ataques de esa magnitud, con esa preparación.
Breivik rechazó el diagnóstico médico y dice que desconfía de la autoridad del sistema legal noruego, al cual tildó de “instrumento de las élites izquierdistas que han traicionado al país”.
Los investigadores no han descubierto indicio que respalde los alegatos de Breivik de pertenecer a un movimiento secreto de resistencia antimusulmana que conspira para derrocar a los Gobiernos europeos .