Yang Qinzheng, second from right, cooks dinner for his two grandchildren. Yang Qinzheng, second from right, the grandfather of a baby who was taken by government family planning officials, cooks dinner for his two grandchildren, Yang Kui, 12, left, and Yang Chengjie, 5, right, at their home in a village in Longhui County, an impoverished rural area in Hunan Province, China, July 1, 2011. Yang's granddaughter is among at least 16 babies that were seized by family planning officials from 1999 to 2006 in Longhui County, where parents say the babies were used as a source of revenue. (The New York Times) (THE NEW YORK TIMES)
Sin embargo, Yuan Xinquan fue tomado por sorpresa una mañana de diciembre del 2005. Entonces un padre reciente a los 19 años, Yuan estaba cargando a su hija de 52 días de nacida en una parada de autobús cuando media docena de hombres salió de una camioneta blanca del Gobierno y le pidió su acta de matrimonio.
No la tenía. Tanto él como la madre de su hija eran menores a la edad legal para casarse. No tuvo los 6.000 renminbi, entonces unos $745, para pagar la multa que le demandaron si quería conservar a su hija. Lo dejaron con una bolsa de plástico con la ropa de su bebé.
“Son piratas”, dijo en julio en una entrevista en su casa, a media hora de camino por un estrecho sendero montañés entre arrozales en terrazas.
Seis años después, dijo, aún tiene esperanza de transmitir un mensaje a su hija: “Por favor, ven a casa lo más pronto posible”.
El secuestro de niños es un problema que continúa en China, donde una persistente preferencia por los varones aunada a controles estrictos sobre el número de nacimientos ha ayudado a crear un lucrativo mercado negro.
Apenas hace unos meses la policía anunció que había rescatado a 89 bebés de manos de traficantes. El subdirector del Ministerio de Seguridad Pública criticó lo que llamó la práctica de “comprar y vender niños en este país”.
Los padres en Longhui dicen que en su caso los funcionarios del gobierno local trataban a los bebés como fuente de ingresos, imponiendo rutinariamente multas de 1.000 dólares o más, cinco veces el ingreso anual de una familia local promedio. Si los padres no podían pagar las multas, los bebés eran quitados ilegalmente a sus familias y a menudo dados en adopción a extranjeros, otra gran fuente de ingresos.
La práctica en Longhui llegó a su fin en 2006, dijeron los padres, solo después de que un bebé de ocho meses cayó desde el balcón del segundo piso de una oficina de planificación familiar local mientras los funcionarios trataban de arrebatarlo de los brazos de su madre.
Zeng Dingbao, que encabeza la Oficina de Inspección en Shaoyang, la ciudad que administra al condado de Longhui, prometió una investigación diligente, pero los indicios apuntan a un encubrimiento. En junio, dijo al
En vez de ayudar a rastrear y recuperar a los bebés, dicen los padres, las autoridades están castigando a quienes hablan del caso. Dos de los padres más vociferantes fueron detenidos por 15 días en Shaoyang bajo cargos de solicitar prostitutas en un burdel. Liberados en julio, los dos hombres, Yang Libing, de 47 años, y Zhou Yinghe, de 34, dijeron que les pusieron una trampa.
Yang dijo que era seguido constantemente por vigilantes del gobierno. Zhou dijo que el secretario del partido en su aldea le había advertido que dejara de hablar con reporteros sobre el rapto de su hija de tres meses en marzo del 2003 o tendría más castigos.
“Son como criminales organizados”, afirmó.
Aun así, los críticos dicen que los poderes otorgados a los funcionarios locales bajo las regulaciones nacionales de planificación familiar siguen siendo excesivos y propician la explotación.
“El asunto en su mayor dimensión es que la política de un solo hijo es tan extrema que alienta a los funcionarios locales a actuar de manera inhumana”, dijo Wang Feng, un investigador en el Instituto Brookings que dirige el Centro Brookings-Tsinghua para la Política Pública en Pekín.
El escándalo también ha renovado los interrogantes sobre si los estadounidenses y otros extranjeros han adoptado a niños chinos que fueron falsamente descritos como abandonados o huérfanos. Al menos una agencia estadounidense organizó adopciones en el orfanato de Shaoyang, operado por el gobierno.
Lillian Zhang, directora de China Adoption With Love, con sede en Boston, dijo por teléfono que la agencia había encontrado padres adoptivos en 2006 para seis niñas de Shaoyang, todas rebautizadas Shao por el nombre de la ciudad. Las autoridades chinas certificaron en cada caso que la pequeña era elegible para la adopción, afirmó, y su agencia no puede ahora investigar independientemente sus antecedentes sin una solicitud específica respaldada por evidencia.
El orfanato de la agencia de beneficencia de Shaoyang debe publicar un aviso de cada niño recién encontrado por 60 días en el
DYang Libing, uno de los dos padres acusados de solicitar prostitutas, dijo que era un trabajador migrante en la ciudad sureña de Shenzhen cuando su primera hija, Yang Ling, fue robada de la casa de sus padres en mayo de 2005 cuando tenía nueve meses.
Funcionarios de planificación familiar aparentemente vieron la ropa de Yang Ling colgada para secarse fuera de la casa de adobe. Su abuela trató de ocultarla, pero el abuelo, Yang Qinzheng, miembro del Partido Comunista, le impidió salir.
“No desobedezco. Hago lo que los funcionarios dicen”, afirmó.
Los padres de Yang Ling no habían registrado su matrimonio. Para conservar a la bebé, dijeron los funcionarios, el abuelo Yang tendría que pagar $1000 de inmediato. De otro modo, tendría que entregar a la niña con una declaración jurada falsa que declarara que él no era su abuelo biológico.
“Me sentí totalmente indignado”, dijo, pero “no tuve el valor para resistir. Ellos no juegan según las reglas”. Firmó el documento.
Yang Libing descubrió la pérdida de su hija durante su llamada telefónica mensual a casa desde un teléfono público en una calle de Shenzhen.
“¿Se está portando bien?”, preguntó alegremente. La respuesta, dijo, le enfermó .
“No puedo siquiera describir mi odio hacia esos funcionarios”, dijo Yang. “Los odio hasta mis huesos. Me pregunto si son padres también. ¿Por qué no nos tratan como humanos?”.
Al preguntarle si seguía buscando a su hija, respondió: “¡Por supuesto! No se trata de un pollo, o de un perro. Es mi hija”.