El Cairo
El presidente egipcio, Mohamed Mursi, desafió el martes al ejército, que le dio plazo hasta el miércoles para atender las reivindicaciones de millones de manifestantes que reclaman su dimisión, mientras continuaban las renuncias en cadena de ministros y colaboradores.
En las últimas 24 horas dimitieron los ministros de Relaciones Exteriores, Turismo, Medio Ambiente, Comunicaciones y Asuntos Jurídicos, además de los portavoces de la presidencia y del gobierno.
En otro frente, la justicia egipcia ordenó la reincorporación del fiscal general destituido en noviembre pasado por Mursi.
Las Fuerzas Armadas advirtieron el lunes que en caso de no satisfacerse en un plazo de 48 horas las reivindicaciones de los manifestantes que el fin de semana protestaron masivamente en varias ciudades, anunciarían "una hoja de ruta y medidas para supervisar su puesta en marcha".
La proclama fue recibida con júbilo por miles de manifestantes en El Cairo, Alejandría y otras grandes ciudades.
Pero Mursi, elegido hace exactamente un año en las primeras elecciones democráticas de Egipto , rechazó el ultimátum y se presentó como "garante de la unidad nacional" y de "la paz social".
La crisis se produce dos años y medio después del levantamiento popular que derrocó al régimen autoritario de Hosni Mubarak, en enero de 2011.
En un comunicado, la presidencia afirmó que " Egipto no permitirá ninguna vuelta atrás, sean cuales sean las circunstancias".
Esa respuesta obligó al ejército a desmentir cualquier plan de golpe de Estado y aclarar que el ultimátum, leído por su jefe, el general Abdel Fatah al Sisi, pretendía "llevar a todos los sectores políticos a hallar una salida rápida a la crisis actual".
El Frente de Salvación Nacional (FSN, principal coalición opositora), expresó el martes su confianza" en las intenciones de los militares y aclaró que no apoyaría ningún "golpe de Estado militar".
La ONU advirtió que el desenlace de la situación en Egipto tendrá una gran repercusión en otros países de Medio Oriente, donde varios gobiernos autoritarios fueron derrocados después de la Primavera Árabe de 2011.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó el martes a Mursi desde Tanzania (donde concluía una gira africana) para expresarle su preocupación por la agravación de la crisis egipcia, anunció un responsable de la Casa Blanca.
Obama precisó que Washington cree firmemente en "el proceso democrático en Egipto y no apoya a ningún partido o grupo" e instó a Mursi a "asegurarse de que las voces de todos los egipcios sean escuchadas y representadas por su gobierno, incluyendo la de los egipcios que se manifestaron en todo el país", precisó el responsable.
Por su parte, la República Islámica de Irán pidió al ejército egipcio que respete "el voto de los electores", informó la agencia oficial iraní Irna.