El gobierno del estado de Guerrero, al que pertenece Acapulco, asegura que la normalidad regresó a la mayoría de centros educativos luego de la huelga de maestros atemorizados por mensajes de una banda del narcotráfico que amenazaba con atacar las escuelas si los maestros no pagaban una “cuota” (extorsión) por protección.
La parálisis que afectó desde agosto a las escuelas de este balneario turístico en la costa del Pacífico es quizá la expresión más fuerte de cómo la ola de violencia desatada por el crimen organizado y el operativo federal antidrogas, que ha dejado más de 41.000 muertes en los últimos cinco años, se ha colado en los centros educativos.
Un reporte del gobierno de Guerrero indica que el 90% de 470 escuelas de Acapulco trabajó el lunes. Sin embargo, algunos dirigentes sindicales señalaron que el paro nunca incluyó la totalidad de las escuelas y que la medida de presión continúa en parte de ellas.
En las calles que conducen a las escuelas en los barrios más pobres, como Ciudad Renacimiento y Emiliano Zapata, se mantenían ayer los patrullajes de la policía federal, que se realizan en el marco de un plan para proteger las escuelas.
“La presencia de los policías es para darnos seguridad, pero no deja de haber miedo”, comentó Rosa, madre de una menor de 13 años.
El gobierno de Acapulco anunció la instalación de botones de alarma en 170 escuelas y la entrega de 100 teléfonos celulares, para que los maestros o responsables escolares avisen a la Policía en caso de un ataque.
Los docentes y el gobierno local lograron un acuerdo para reiniciar las clases el lunes, pero muchos enseñantes están temerosos de que las medidas sean insuficientes.
“Vamos a esperar a ver cómo funcionan las cosas, pero existe mucho temor”, señaló Agustín Rodríguez, maestro de una escuela en la zona de Renacimiento.
Acapulco, de 675.000 habitantes, se ha convertido en uno de los principales escenarios de la violencia desatada en México hace casi cinco años por pugnas entre grupos del crimen organizado, especialmente entre grupos surgidos de la división del cartel de los hermanos Beltrán Leyva, después que el jefe del grupo, Arturo Beltrán, fuera asesinado por militares en el 2009.