La detención ocurrió en un momento oportuno para el gobierno de Felipe Calderón, enfrentado la última semana a una escalada de violencia atribuida al crimen organizado, desatada tras descubrirse la masacre –se cree que por parte del cartel narcotraficante de Los Zetas– de 72 emigrantes de cinco países latinoamericanos en un rancho de Tamaulipas (noreste).
Un grupo de seis hombres arrojó desde un vehículo las bombas incendiarias contra el bar que, según autoridades, había denunciado intentos de extorsión de Los Zetas.
El fiscal del estado de Quintana Roo, Francisco Alor Quezada, dijo que seis personas murieron en el lugar y dos más mientras recibían atención médica. “Debe haber un móvil bastante fuerte”, señaló.
El ataque se produjo la madrugada de ayer, tras el anuncio de la captura en el centro de México del estadounidense Édgar Valdez Villareal, uno de los narcotraficantes más buscados del país, por quien Estados Unidos ofrecía una recompensa de $2 millones.
Valdez, nacido hace 37 años en la ciudad texana de Laredo, fronteriza con México, fue presentado ayer en la capital junto a otros seis detenidos en la operación policial.
El jefe de la Policía Federal, Facundo Rosas, no descartó que el narcotraficante pueda ser enviado a EE. UU., adonde tiene procesos abiertos en tres tribunales.
Considerado como un capo en ascenso,
Valdez ganó reputación en el mundo criminal por su carácter sanguinario, que, según la Policía, se manifestó con decenas de asesinatos de sus rivales en los últimos meses en la ciudad turística Cuernavaca y el balneario Acapulco.