Como en años anteriores, a las puertas de la sede del gobierno regional de Madrid, en la céntrica Puerta del Sol, se congregaron decenas de representantes políticos, miembros de los servicios de emergencias, bomberos, policías locales, militares y representantes de las víctimas.
Cuando el reloj marcó las nueve, la presidenta regional madrileña, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, depositaron una corona de laurel bajo la placa que recuerda a todos los ciudadanos anónimos que ayudaron a las víctimas de los atentados.
También las estaciones de tren de Atocha y El Pozo, donde explotaron dos de los trenes, acogieron actos de homenaje, al igual que el “Bosque del Recuerdo” del madrileño parque del Retiro.
En El Pozo, se inauguró un monumento que recuerda a las personas que fallecieron en los atentados, perpetrados por miembros de células o grupos terroristas de tipo yihadista y que supusieron la peor matanza terrorista en la historia de España.
El 11 de marzo de 2004, poco antes de las siete y media de la mañana, cuatro trenes de cercanías se dirigían repletos de trabajadores y estudiantes hacia Madrid cuando diez bombas explotaron dentro de sus vagones.
De las 2.000 personas que resultaron heridas en la masacre, una mujer permanece en coma y al menos otras trece víctimas reciben asistencia médica en hospitales de Madrid, sin contar aquellas que están en tratamiento por síndrome postraumático.