Ciudades devastadas por torrentes de agua, ríos desbordados, zonas anegadas y lodazales entre los que se descubren apenas algunos techos de viviendas o campanarios de iglesias, eran las imágenes captadas por la televisión local y fotógrafos en los estados de Alagoas y Pernambuco.
En el tropical Alagoas, el número de víctimas mortales se mantiene en 29, mientras que en el vecino Pernambuco la cifra de muertos es de 12, según los últimos boletines divulgados por la Defensa Civil este martes.
En Alagoas se estima que unas 180.000 personas resultaron damnificadas por las lluvias de los últimos días, equivalentes, según una fuente de Defensa Civil, a las precipitaciones de un mes.
“Fue difícil aquí. Fue difícil porque teníamos la refrigeradora que llevé a la casa de mi hermano. Y el agua llegó y subía cada vez más”, contó al canal José Mariano al mostrar las marcas del agua que alcanzó los dos metros de altura cuando inundó su casa en Cachangá, en el sur de Pernambuco.
Ante esta catástrofe, la Defensa Civil afirmó que todavía tiene dificultades para determinar el número de personas desaparecidas, que se estima entre 600 y 1.000.
“Estamos rezando para que ellos estén con vida. Pero estamos preocupados porque los cuerpos ya comienzan a aparecer en las playas y los ríos”, dijo el gobernador de Alagoas, Teotonio Vilela Filho.
Con este escenario, la Policía y los bomberos iniciaron, la tarde de ayer, con perros adiestrados, la búsqueda de los desaparecidos en el valle del río Mundaú, en Alagoas.
Poblados enteros a la orilla del río Mundaú fueron “borrados del mapa” por la crecida, mientras que hay otros que quedaron aislados, según los bomberos.
El Gobierno federal anunció que liberará ayuda de emergencia para Alagoas y Pernambuco por un total de 55 millones de dólares. La mitad ya fueron entregados a los gobiernos en carácter de ayuda de emergencia, tras una reunión del gabinete de crisis.
Este martes y miércoles se esperan más lluvias en la región, según los pronósticos del Servicio Meteorológico.
En abril, Brasil se vio sacudido por lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento de varios cerros en Río de Janeiro, una catástrofe que dejó hasta el día de hoy una cifra indeterminada de muertos, cientos de desaparecidos, y 229 cuerpos recuperados.