Granada (España). Jesús, cuya muerte conmemoró ayer el mundo cristiano, sufrió 600 contusiones antes de fallecer crucificado, según ha podido establecer el médico forense español Manuel García Blázquez después de estudiar durante 20 años el cuerpo que quedó plasmado en la Sábana Santa de Turín (Italia).
"Aunque su corazón no hubiese sido atravesado por una lanza, en el plazo de unas 48 horas habría fallecido irremediablemente", asegura García Blázquez, jefe de la Clínica Anatómica Forense de Granada, quien en mayo publicará un libro en el que recoge su investigación.
La obra incluye estudios anteriores de la Sábana Santa en los que otros científicos aseguran que el lino y el cuerpo grabado sobre él pertenecen al siglo I.
"Jesucristo padecía una fuerte pericarditis traumática, tenía los pulmones encharcados, fallos electrolíticos y hemorragias internas en el abdomen y los riñones", declaró el médico forense.
En su opinión, la muerte le sobrevino a Jesús por asfixia, si bien presentaba un cuadro médico con lesiones "como insuficiencia cardiaca, respiratoria y renal, que llevan irremisiblemente a la muerte por un fallo multiorgánico".
En su ensayo, el médico forense realiza un estudio analítico de las lesiones sufridas en función de las zonas de sensibilidad en las que están localizadas, lo que le ha llevado a concluir que "el dolor de Jesús rebasó todos los límites hasta llegar a un punto en que cualquier persona hubiese muerto sólo de dolor".
Jesús fue castigado principalmente en la zona abdominal y genital con una fusta de tres ramales dobles, por lo que cada latigazo le ocasionaba seis golpes, y también presentaba heridas en la cabeza de casi dos centímetros de profundidad causadas por la corona de espinas.
Jesús debió invertir dos o tres horas en recorrer los 600 metros que separaban en Jerusalén la casa de Poncio Pilatos y el monte Gólgota donde, según la Biblia, murió en la cruz.