“Hemos entrado en una etapa en que las armas deben callar", afirmó Ocalan en una carta leída en Diyarbakir (sudeste de Turquía) por un legislador local ante miles de personas que festejaban el año nuevo kurdo o Newroz.
Ocalan llamó a los insurgentes armados del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) a “retirarse de Turquía”, pues es “es tiempo de que la política prevalezca”.
El PKK, fundado en Turquía en 1978, lucha por la independencia de Kurdistán, que comprende territorios en ese país, Siria, Irán e Irak.
Ankara exige que los cerca de 2.000 combatientes del PKK abandonen el territorio turco antes del otoño boreal y se comprometió a obtenerles un salvoconducto para ir a Irak, donde esa organización tiene numerosas bases.
Desde la fundación del PKK, Ocalan ya había llamado cuatro veces a la paz, pero esas propuestas fueron rechazadas por Ankara o torpedeadas por los sectores más intransigentes de los separatistas. Esta vez, las cosas parecen perfilarse hacia mejores augurios.
El primer ministro, Tayyip Erdogan, se dijo abierto a esta iniciativa. “Si (el PKK) cesa las acciones militares, nuestras tropas no emprenderán más operativos militares”, declaró el jefe del gobierno islamista conservador en La Haya, donde efectúa una visita oficial.
Erdogan ya había declarado que impulsará el actual proceso, desafiando a la oposición nacionalista turca que lo acusa de “traición”.
En la acera de enfrente, el comandante militar del PKK, Murat Karayilan, prometió acatar la orden lanzada por Ocalan desde la cárcel, donde purga desde 1999 una condena a prisión perpetua.
Los kurdos, mayormente musulmanes sunitas, ocupan un territorio de 500.000 km cuadrados entre Turquía, Irán, Irak y Siria.
Su número varía entre 25 millones y 35 millones.