“Los estadounidenses tendrían que haber esperado que el ejército y la policía iraquíes terminen su formación y sean una fuerza verdaderamente leal”, confió Alí Jalaf, un ingeniero de 30 años, en el barrio de Salhiya, en el centro de Bagdad.
Luego de siete años de controvertida ocupación, la partida durante la noche de esta última brigada de combate es vista como una buena nueva para muchos iraquíes traumatizados por los métodos a veces brutales de los comandos estadounidenses. Pero la agenda de la retirada es lo que plantea un problema.
“Nuestras fuerzas no están listas para proteger a la población”, considera Muna Jasim Alí, una profesora de Basora (sur) de 31 años. “Prueba está que los atentados ocurren en lugares con un número importante de tropas iraquíes”, dice.
El más sangriento atentado de este año en Iraq ocurrió el martes, cuando un kamikaze mató a 59 personas en un centro de reclutamiento del Ejército, en el corazón de Bagdad, lo que ilustra las dificultades de las fuerzas iraquíes para controlar la situación.
El portavoz del Gobierno iraquí, Ali al-Dabbagh, recordó ayer que la retirada de las tropas estadounidenses era el resultado de un acuerdo entre Iraq y Estados Unidos, y aseguró que “las fuerzas de seguridad iraquíes están preparadas para afrontar la amenaza” de la violencia.
Sin embargo, la semana pasada, el general Babaker Zebari, jefe del Estado Mayor iraquí, opinó que la retirada completa, a finales del 2011, era prematura, y que su ejército no estaría listo antes de 2020.
Una opinión que comparten muchos iraquíes.
“La gente acusa a las fuerzas de seguridad, pero trabajamos 16 horas por día debajo de este calor y estamos cansados”, dijo un policía en un puesto de control de la capital, que quiso conservar el anonimato. “La retirada de los estadounidenses nos va a dar aún más trabajo”, deploró.
Abú Alí, un funcionario de 34 años del Ministerio del Interior, consideró que los atentados se habían reanudado luego de la retirada estadounidense de las ciudades a finales del 2009. “Si se retiran completamente, ¿qué va a pasar? Deben quedarse porque el Gobierno no controla nada”, dijo.
Cinco meses después de elecciones legislativas, los partidos iraquíes aún no han encontrado un acuerdo para formar una coalición de gobierno.
Amer Ahmed al-Obaidi, de 46 años, jefe de una tribu de la provincia de Diyala, dice que habría preferido una retirada gradual, bajo supervisión de la ONU: “Nuestras fuerzas carecen de experiencia y de material”, asegura.