Las autoridades lo celebraron como una victoria por partida doble; tanto un símbolo de las intenciones pacíficas de producir energía nuclear como también un triunfo sobre las presiones occidentales de que abandonase sus ambiciones nucleares.
La planta nuclear de Bushehr, construida por Rusia, tendrá supervisión internacional, incluso una promesa rusa de impedir que todo material sea desviado para cualquier producción de armas nucleares. El acuerdo iraní para permitir la supervisión fue una concesión del estado islámico.
Las potencias occidentales aceptaron el acuerdo para impedir que los cátodos de combustible nuclear procesados sean usados con fines militares. Demostrando su intención principal: impedir que Irán produzca material que pueda usarse para producir armas nucleares y no oponerse a su búsqueda de energía nuclear con usos pacíficos.
Irán declaró que tiene el derecho como cualquier otra nación a producir energía nuclear. El director del programa nuclear iraní expresó que la puesta en marcha era un símbolo de la resistencia y paciencia de la nación.
“Pese a todas las presiones, sanciones e inconvenientes impuestos por naciones occidentales, estamos presenciando el inicio del mayor símbolo de las actividades nucleares pacíficas de Irán”, dijo Ali Akbar Salehi a la prensa dentro de la planta, que da al Golfo Pérsico en el sur de Irán.
La planta se diferencia de los enfrentamientos protagonizados en torno al enriquecimiento del uranio, un proceso que puede usarse tanto para producir energía nuclear como armas nucleares. También podría ofrecer un modelo para aliviar el gran estancamiento.
El acuerdo del gobierno ruso por controlar el suministro del combustible nuclear en Bushehr suavizó la oposición de Washington y sus aliados.