Sadegui explicó que uno de ellos fue ahorcado en una cárcel de la ciudad de Mashad, y el otro fue ajusticiado en público y en mismo lugar donde cometió el crimen, en la ciudad de Sabzevar, en la provincia de Jorasan Razavi.
La República Islámica de Irán, que registró 676 ejecuciones en el 2011, fue el segundo país del mundo que más aplica la pena de muerte, por detrás de China y por delante de Arabia Saudí, de acuerdo con organizaciones internacionales.
Práctica muy común. En uno de sus últimos informes, el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Irán, Ahmed Shahid, se mostró preocupado porque la República Islámica haya multiplicado casi por siete las ejecuciones desde el 2003, cuando se contabilizaron un centenar.
Shahid indicó que el 81% de las penas de muerte en Irán en el 2011 estuvo relacionado con el tráfico de drogas y reclamó al Gobierno de Teherán una moratoria de las ejecuciones para todos los delitos, que conmute las pendientes por lapidación y prohíba la ejecución de menores, como establece el derecho internacional.
En Irán, un estado teocrático musulmán chiita en Oriente Medio, rige una interpretación estricta de la ley islámica, o Sharía, por la que se condena a muerte a los asesinos, violadores, narcotraficantes y a aquellos que atentan contra la ley de Alá y la República Islámica.
Sin embargo, en muchos casos, los jueces imponen primero una sentencia de azotes antes de aplicar la pena capital al reo.