Otras marcas, las que dejan la pobreza y la exclusión, se aprecian al norte de la capital, en las ‘zonas rojas’, o por el centro histórico de la ciudad, donde es común ver mujeres indígenas con un bebé a la espalda pedir limosna a los conductores en los semáforos.
Un paseo por los barrios de lujo, seguido de otro en áreas alejadas del centro, evidencia los estilos de vida contrastantes de una nación convocada a elegir a su próximo presidente el domingo.
En barrios como Oakland, en Zona 10, la gente se mueve en carros lujosos y brillantes, entre torres de apartamentos y casas vigiladas por guardas de seguridad que portan escopetas cortas y pistolas de calibre 9 milímetros.
En cambio, en el área del puente de Belice, en Zona 6, las láminas oxidadas de los techos se sostienen con ayuda de piedras y la gente, para trasladarse, se apretuja en viejos autobuses Blue Bird que aún circulan por esta urbe.
“Aquí se trabaja para una cúpula. Dice la prensa que el PIB aumenta cada año. Cualquiera que ve eso cree que Guatemala está muy bien, pero todo lo canaliza un sector. A los políticos no les interesa el bienestar social”, afirmó Luis Vásquez Elías, agente de la Policía Nacional Civil. Las cifras apoyan su reclamo.
“El negocio ha bajado mucho; todo está muy caro, solo tenemos para medio comer y algo de ropa. Lo que me queda es una miseria. Bendito Dios que como mis frijolitos tres veces al día”, afirma Clara Ortiz, quien vende golosinas en el Parque Central en Zona 1.
Allí, junto a ella, limpiabotas y vendedores de discos con películas y música intentan ganarse la vida en un país donde 80% de la economía es informal y, de 5,5 millones de personas que conforman la población económica activa con algún tipo trabajo, los subempleados suman 3,4 millones (62% del total).
“Aquí el problema es el empleo, por eso estamos como estamos; a muchos padres y madres no les queda otra opción que ser delincuentes. ¡Ya le vale 20 a la gente si cualquier cabrón les ofrece algo más para vender droga; se tiran al agua por la necesidad!”, se quejó Alejandro Alvarado Xuyá, un taxista de la ciudad y padre de tres hijos. La pobreza en la calle se nota también en hombres y mujeres, sobre todo indígenas, curtidos por el trabajo y evidente bajo peso.
En Guatemala, 49% de los niños menores de cinco años sufren algún grado de desnutrición, revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
“Esto es Sudáfrica, es como un
Nineth Montenegro, diputada del Partido Encuentro por Guatemala y defensora de derechos humanos, admitió que, en comparación con la situación de década de los años 80, durante la guerra civil, la pobreza actual es casi la misma porque el crecimiento económico “no ha sido derramado”.
“En otros países del área no existe esa cantidad de ricos que hay en Guatemala. Te vas a la zona rural, ves niños de 10 años ya con las manos curtidas de trabajo y las ropas ya rotas; mujeres con hasta nueve bebés y niñas de 13 años ya embarazadas”, lamentó Montenegro.
Sin embargo, la discusión de fondo de estos problemas y las posibles soluciones “están ausentes de la campaña electoral”, sostiene Alberto Brunori, representante en Guatemala de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
“Eso es lo sorprendente de Guatemala: ¿quién representa a las