San Salvador. AFP. El paro de autobuses que se realiza desde hace cuatro días en El Salvador bajo amenazas de las pandillas para exigir un diálogo al Gobierno, provocó pérdidas estimadas en unos $24 millones, según empresarios.
La Cámara de Comercio de El Salvador precisó que en un primer balance “el paro de transporte causó pérdidas millonarias debido al cierre de los comercios” en las tres principales ciudades del país: San Salvador, Santa Ana y San Miguel, dijo una fuente de los empresarios.
“Se dedujo un promedio de cierre de negocios del 40% en los tres principales centros económicos del país, con lo cual se estimó una pérdida de al menos $24 millones. Dichas cifras sirven como un parámetro para estimar el daño económico causado por la delincuencia”, explicó la Cámara en un comunicado emitido.
Amenazas. Los pandilleros de la Mara 18 y de su rival, la Mara Salvatrucha, obligaron, bajo amenazas, a los empresarios de transporte a detener el tránsito de autobuses y han pedido al Gobierno un diálogo como condición para frenar la violencia que generan en el país.
Ayer, el ministro de Defensa, general David Munguía, manifestó a El Diario de Hoy que las acciones de los pandilleros lindan con el terrorismo y reiteró su postura de que el Gobierno no debe dialogar con estos grupos.
“Cualquier gobierno que negocie con estos grupos criminales, que también pueden calificarse como terroristas, pagaría un costo altísimo”, señaló Munguía.
Miles de salvadoreños salieron ayer nuevamente a las calles tratando de conseguir transporte para trasladarse a su destino, en tanto otros preferían caminar ante la falta de autobuses.
No obstante, en la capital y en otras ciudades del interior, camiones del Ejército, autobuses y microbuses del Estado fueron puestos a disposición de las personas, pero su número resulta insuficiente para trasladar a la población.
“En el comedor donde trabajo, yo saco a lo sumo diez dólares de ganancia diarios y he tenido que pagar cinco dólares de taxi para ir al mercado; y para regresar a mi casa me vine en camión porque, de lo contrario, salgo amolada (perdiendo)”, lamentó Telma Rivas, una mujer de 51 años.
Por toda la ciudad, soldados y policías realizaban patrullas, y en algunos sitios vehículos artillados custodiaban las calles de entrada a las zonas residenciales, lo que rememoró la época de la guerra civil (1980-1992) en este país, cuando esas escenas eran comunes.