Los tres ministros tomaron su decisión a instancias de su sindicato, la influyente central UGTT, que decidió no reconocer a las nuevas autoridades, anunció uno de ellos Husin Dimasi, fugaz titular de la cartera de Trabajo.
Otra formación, el Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades (FDLT) suspendió por su parte su participación en el gobierno, lo cual llevó a uno de sus dirigentes a abstenerse de jurar el cargo de ministro de Salud.
Los islamistas, por su lado, buscan reorganizarse tras la caída de Ben Alí, que el viernes pasado huyó del país hacia Arabia Saudí tras aferrarse al poder durante 23 años.
El movimiento islamista Ennahda (Renacimiento) indicó que pediría su legalización para participar en las elecciones legislativas previstas en julio próximo.
El nuevo gobierno, de 24 carteras, conservó a varias figuras prominentes del régimen derrocado en puestos claves, incluyendo los cargos de primer ministro y los ministerios de Interior, Relaciones Exteriores, Defensa y Finanzas, entre otros.
Unas 5.000 personas se manifestaron durante la jornada en Sfax (centro-este), centro económico del país, indicó un testigo.
Además, miles de personas se congregaron en Sidi Buzid, en la misma región, donde empezó a mediados de diciembre la movilización popular que el viernes pasado obligó a Ben Alí a huir del país.
Para tratar de distanciarse de su pasado, el presidente provisional Fued Mebaza y el primer ministro Mohamed Ghanuchi dimitieron ayer de la Asamblea Constitucional Democrática (RCD), el partido del derrocado Ben Alí, anunció la agencia oficial tunecina TAP.
La RCD, por su lado, anunció haber expulsado de sus filas a Ben Alí y a seis de sus colaboradores, por "la investigación llevada a cabo en el partido, ante los graves acontecimientos que sacudieron al país" durante las últimas semanas.
La rebelión, que según fuentes oficiales dejó 78 muertos, causó pérdidas por $2.200 millones, equivalentes a cerca de un 4% del PIB del país norafricano.