Washington. Algunos la caracterizan con palabras como individualista y narcisista; otros prefieren términos como independencia de criterio, disposición a cuestionar el statu quo e innovación.
Ambos se refieren a la Generación Y o del milenio, compuesta por los jóvenes nacidos en las últimas dos décadas del siglo pasado, marcadas por el bienestar económico, uso de la tecnología en la vida personal y un mundo relativamente pacífico.
Hasta que llegó el 11 de setiembre del 2001.
Tras los ataques, en Estados Unidos empezaron a surgir preguntas sobre su efecto en los jóvenes que en ese momento estaban en el colegio y la universidad, también conocidos como la generación 9/11.
Uno de los principales estudios sobre el tema entrevistó a 50 universitarios en el 2004 y concluyó que se estaba dando un giro hacia el “surgimiento de una generación caracterizada por su mayor involucramiento cívico”, con mayor conciencia sobre asuntos internacionales, fuerte patriotismo, marcado sentido de comunidad, alto consumo de noticias internacionales e interés por aprender sobre política y religión.
Otro efecto de largo plazo observado en ellos es la reafirmación de sus creencias políticas (cualesquiera que estas fueran antes de los ataques) y, en muchos casos, un cambio de carrera hacia áreas de servicio público.
También se encontró que tras los ataques son “más críticos del Gobierno, más escépticos y moderados en sus expresiones de patriotismo, y más involucrados en actividades altruistas”, indica la autora, Patricia Somers, profesora de la Universidad de Texas.
Una reciente encuesta de la Escuela de Comunicación de American University entre jóvenes de 18 a 29 años es consistente con esas conclusiones: 50% aseguró que los ataques los han llevado a tener una visión más crítica del Gobierno, y similar proporción ahora se considera más patriota.
Somers explicó que hay diferencias entre los miembros más jóvenes de la Generación 9/11 y aquellos que estaban en edad de colegio y universidad cuando ocurrieron los ataques, pues los segundos tuvieron más oportunidad para discutir lo ocurrido.
“En los más adultos encontramos una fuerte respuesta patriótica después de los ataques. Sobre los más jóvenes, existe poca información”, agregó.
Uno de los pocos datos al respecto es una encuesta de la Cruz Roja estadounidense publicada en abril de este año, según la cual los jóvenes entre 12 y 17 años (los miembros más jóvenes de la Generación 9/11) son más abiertos al uso de la tortura para obtener información militar importante: 59% la apoya en contraste con 51% de adultos.
El contraste es aún mayor en lo que se refiere a la política de matar prisioneros cuando el enemigo hace lo mismo, con 56% de los jóvenes a favor en comparación con solo 29% de los adultos.
En cuanto al consumo de noticias sobre política y actualidad, un estudio de Pew Research Center indica que 62% de los adolescentes se mantiene informado por Internet.
Más allá de las diferencias de edad, se trata de niños y jóvenes que no conocieron, o apenas recuerdan, un mundo sin guerra y para quienes las fuertes medidas de seguridad son parte de la vida cotidiana.
Para Somers, esto sin duda tendrá consecuencias directas en el futuro político del país. “Pasarán años o décadas antes de que la Generación 9/11 crezca, (pero) podemos predecir una sociedad políticamente más dividida en torno a posiciones fuertes sobre patriotismo. Esta generación enfrentará decisiones difíciles relacionadas con los hechos del 11 de setiembre”, concluyó el estudio.
Por otra parte, quizá es la generación mejor preparada para lidiar con esas decisiones. “Étnica y racialmente son más diversos que sus mayores. Son menos religiosos, menos inclinados a servir en el ejército, y están en camino a convertirse en la generación más educada en la historia de Estados Unidos”, concluyó la encuesta del Pew Research Center sobre la “personalidad” de la generación del nuevo milenio.