“Vamos a orientarnos hacia sistemas de tasas cambiarias más determinadas por el mercado y reforzar la flexibilidad de los tipos cambiarios para reflejar las bases económicas”, afirman los países del G-20 en un borrador.
No obstante, los negociadores no progresaron en lo que concierne el establecimiento de un mecanismo de control de las intervenciones de los países en los mercados cambiarios, eje de la “guerra de divisas” que enfrenta principalmente a Estados Unidos y China.
El vocero del comité presidencial surcoreano del G-20, Kim Yoon-kyung. dijo que cada país se mantuvo pegado a su posición original. “El debate fue bastante acalorado”, explicó.
Estados Unidos acusa a China de mantener su moneda infravalorada para mejorar su competitividad y quiere que los grandes países exportadores acepten, por medio de un acuerdo en el G-20, limitar los excedentes de sus balanzas comerciales a un porcentaje determinado del PIB.
Pero Alemania y China rechazan esta iniciativa y, junto con Brasil, acusan a Washington de amenazar la recuperación mundial mediante el debilitamiento del dólar, en particular tras el anuncio la semana pasada por parte de la Reserva Federal (Fed) de una inyección de $600.000 millones para sostener la actividad en Estados Unidos.
Si Europa se preocupa por el euro fuerte (porque pierde competitividad) en América Latina y Asia el temor es que, con la tasa de interés a un nivel muy bajo en Estados Unidos, que ronda el 0,25 por ciento, el dinero disponible con la decisión de la Fed vaya a los mercados emergentes, que ofrecen mejores rendimientos, y formen burbujas especulativas.
En este contexto, la quinta cumbre del G-20 –que representa el 90% de la economía mundial–, tiene como principal desafío recuperar la coordinación de las políticas monetarias y económicas nacionales que el grupo mostró en su primera cita de Washington de noviembre de 2008, al inicio de la crisis.