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“Las economías avanzadas, incluyendo aquellas con monedas de reserva, seguirán vigilando la volatilidad excesiva y los movimientos desordenados de las tasas de cambio. Estas acciones ayudarán a mitigar el riesgo de flujos de capitales muy volátiles que afrontan países emergentes”, señaló el texto.
La quinta cumbre del grupo, consolidado en noviembre de 2008 en Washington, en pleno auge de la crisis financiera internacional, se desarrolló con el telón de fondo de duros intercambios de acusaciones, principalmente entre China y Estados Unidos, por sus políticas monetarias que aplastaron la cotización de sus monedas.
Las 20 mayores economías del planeta coincidieron en ese punto, al destacar que políticas económicas “no coordinadas” solo pueden tener consecuencias desastrosas para todos.
Por ello el G-20 se comprometió a “fortalecer la cooperación multilateral” para “reducir los desequilibrios excesivos”.
Asimismo, acordaron aplicar mecanismos para “mantener los niveles de cuenta corriente en rangos sostenibles”, según criterios por ser definidos por grupos de trabajo, con apoyo técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los líderes también respaldaron, como se esperaba, la reforma de cuotas del FMI, aprobada la semana pasada por el directorio del organismo, que otorgó a economías como China y Brasil mayor peso de decisión en la institución.
Adoptaron, igualmente, el nuevo marco reglamentario
La cumbre del G-20 tenía como principal objetivo bajar la tensión por la llamada “guerra de divisas”, fundamentalmente entre Estados Unidos y China, que acentuaron las diferencias dentro del grupo en los últimos tiempos.