Dirigida por un joven historiador, Bart de Wever, la NVA obtuvo 29,5% de los votos en la región donde vive un 60% de los belgas, según los resultados tras el recuento de algo más del 50% de las papeletas.
La NVA quedó por delante del partido democristiano flamenco, el CD & V, del primer ministro saliente Yves Leterme, que reunió el 18,3% de los sufragios, según estos datos.
Se trata de un triunfo sin precedentes para un partido que aboga por la independencia a medio plazo de la próspera Flandes, con respecto a la otra gran región del reino, Valonia (sur), empobrecida y de mayoría francófona.
Pero De Wever envió un mensaje tranquilizador a los francófonos al ser interrogado sobre si trabajará por la independencia de Flandes y les invitó a “no tener miedo”.
“Soy favorable a una evolución: si Bélgica debe un día desaparecer, tiene que hacerlo etapa por etapa”, afirmó De Wever, negando que busque hacer “estallar” el país.
Las diferencias cada vez más insalvables de las dos principales regiones han sumido el reino, de 10 millones de habitantes, en una crisis política de consecuencias imprevisibles. Muchos, sobre todo los flamencos, se preguntan qué sentido tiene seguir viviendo juntos.
La dureza ideológica del electorado flamenco, que rechaza continuar “subvencionando” la región del sur, aumenta los temores a una partición del país fundado en 1831.
El último episodio de esta crisis fue la caída en abril del gobierno de Leterme, que debió convocar elecciones anticipadas cuando la gran coalición de partidos flamencos y francófonos se desmoronó por un viejo contencioso lingüístico entre ambas comunidades.
De lado francófono, el Partido Socialista, dirigido por Elio di Rupo, se situó a la cabeza en los comicios de ayer, con el 36% de los votos en Valonia y Bruselas, enclavada en Flandes, pero de mayoría francófona, según las proyecciones de la cadena pública flamenca VRT.
Más de siete millones de electores estaban convocados a elegir a los 150 diputados federales en estos comicios anticipados.
Paradójicamente, la victoria de la NVA podría conducir por primera vez desde los años 1970 a un francófono a asumir el puesto de primer ministro, probablemente el dirigente socialista Di Rupo.
De Wever dijo ayer que no está interesado en el cargo y aseguró estar “dispuesto a sacrificarse” y dejar a un francófono la tarea de dirigir el próximo gobierno federal.