En el escándalo de abusos sexuales de menores, la Santa Sede también “pecó” en el manejo público de la situación; errores que solo hasta hace poco parecen corregirse según creen varios analistas.
En lo que va del 2010, más de 350 víctimas han salido a la luz pública en Holanda, junto con alrededor de 300 más en Alemania y Austria a los cuales se unen otros escándalos en Irlanda y México.
Por su amplia divulgación en prensa, creció una opinión pública negativa frente a la actitud del Vaticano, acusado de ocultar los hechos y de no responder con rapidez y transparencia.
“Públicamente, el Vaticano no ha sido tan activo, más bien lo ha hecho por presiones de la prensa, que explota dos ingredientes: sexo y un debate moral por tratarse de guías espirituales”, apunta Edgar Mata, vicepresidente de la agencia Comunicación Corporativa con experiencia en crisis de opinión pública en el país.
Según Mata, al iniciarse la crisis, la Santa Sede se concentró más en defenderse que en solidarizarse con las víctimas y explicar los casos, lo cual debió ser primero, para promover una imagen favorable. Esta última estrategia, considera Mata, sí se ha acentuado en las últimas semanas.
El papel de los voceros también ha sido otra área vulnerable en la percepción pública del asunto.
“A nivel de medios, no todos los sacerdotes son voceros y lamentablemente han habido intervenciones desafortunadas de miembros del clero, lo cual es muy poco estratégico”, apunta José Francisco Correa, gerente de Media Guru, firma de seguimiento y análisis de publicidad y noticias en Costa Rica.
Para Correa, los medios en general hoy son más sensacionalistas y, aunque la Iglesia defina una posición, si alguien da declaraciones polémicas esas palabras tendrán un fuerte eco mediático. Aún si es solo una opinión se presenta como una postura oficial y entonces surgen dudas y molestias por lo que se percibe como una incoherencia.
“Es falso que grandes organizaciones sean incapaces de coordinarse, el tamaño es irrelevante para manejar una buena comunicación. Por ejemplo, bastaría con identificar unos 10 mensajes clave para enfatizar y elaborar con ellos un guía básica para voceros o altos cargos sobre pautas de cómo manejar este tema en caso de lidiar con prensa”, precisó Correa.
“Tenemos mucho qué aprender. Una estrategia de comunicación vendría a ser la respuesta. En nuestro entorno, creo importante que se produzca un acercamiento de los medios y la Iglesia para superar prejuicios mutuos, como creer a la Iglesia una institución impenetrable y secretista. A muchos comunicadores les falta conocer más los temas y lenguaje eclesiástico”, señaló monseñor José Rafael Quirós, obispo de la Diócesis de Limón.
El sacerdote Glenm Gómez, periodista y exvocero de la Conferencia Episcopal, cree que ningún gesto o medida de la Iglesia será suficiente ante la opinión pública, por el dolor infringido a las víctimas y sus familias, pero, opina que no todos los medios tienen un legítimo afán de justicia y denuncia; sino deseos de alimentar el escándalo.
“La Iglesia debe estar por encima de la polémica expresamente mediática sin ausentarse del debate público. Sentir compromiso de responder a la sociedad, no a cada medio de prensa”, declaró Gómez.
El sacerdote Mauricio Víquez, articulista y coordinador de la maestría en Teología de la Universidad Estatal a Distancia, cree que un despliegue tan amplio del tema, asociado solo al clero, encierra el peligro de esconder abusos infantiles también en otros sectores.