De acuerdo con las últimas encuestas, los dos candidatos se encuentran en empate técnico con Santos, del partido de la U, parte de la coalición gubernamental, ligeramente aventajado para la primera vuelta; y Mockus, del Partido Verde, adelante para la segunda, prevista el 20 de junio y la que mayores temores despierta.
“La segunda vuelta es la más peligrosa. Si no se toman las medidas adecuadas o no hay sanciones ejemplarizantes, el fenómeno de alteración de actas puede ocurrir”, dijo Alejandra Barrios, presidenta de la colombiana Misión de Observación Electoral (MOE).
Colombia llega a estas presidenciales apenas dos meses y medio después de los comicios legislativos, cuyos resultados finales aún se desconocen por las dificultades técnicas que enfrentaron las autoridades electorales y por las denuncias de irregularidades, que están en investigación.
“La segunda vuelta va a ser de ‘voto finish’, lo que puede implicar controversias sobre el conteo, la manipulación de votantes y la compra de votos”, opinó Javier Restrepo, director de la encuestadora Ipsos Napoleón Franco.
“Ya ambos candidatos ganaron su electorado natural. El reto no va a ser ganar más votantes, sino conseguir que salgan a votar”, agregó Restrepo, al señalar que para la segunda ronda los electores de los otros candidatos, que tendrán que escoger entre Santos y Mockus, “están muy repartidos”.
Para la MOE el mayor riesgo de estas presidenciales es la intervención en política de los funcionarios públicos.
En tanto, Elisabeth Ungar, directora de la organización no gubernamental Transparencia por Colombia, pidió estar atentos a “la financiación de las campañas y al uso de los recursos públicos”.
“Una cosa son los fondos que se declaran y otra los que se usan. Colombia tiene además como particularidad la presencia del narcotráfico y los actores armados ilegales, que hacen más complejo garantizar la pureza del proceso electoral”, indicó Ungar.