Rimsha fue detenida la semana pasada en Mehrabad , un barrio popular periférico de Islamabad, acusada por musulmanes de haber quemado páginas de un manual que contiene versículos del Corán en árabe.
Tras su arresto, numerosas familias cristianas de los alrededores se fueron de sus casas por miedo a represalias de los fundamentalistas, siempre dispuestos a denunciar cualquier ofensa al islam en un país con un 97% de musulmanes.
El martes, el Consejo de los Ulemas de Pakistán, organismo que representa a decenas de asociaciones musulmanas pakistaníes, algunas de ellas radicales, llamó a las autoridades a impedir injusticias contra la minoría cristiana, a menudo muy pobre y relegada a la escala social más baja, y a protegerla de posibles actos violentos.
“Pedimos una investigación imparcial y minuciosa sobre su caso. También habrá que tomar medidas estrictas contra los que la acusaron, en el caso de que sea declarada inocente”, afirmó el presidente de este Consejo, Tahir Ashrafi.
En este país de 180 millones de habitantes, donde viven tres millones de cristianos, insultar al profeta Mahoma es sancionable con la pena de muerte y quemar un versículo del Corán, con cadena perpetua, según la ley de la blasfemia.