Angela Merkel, Mario Monti FILE -- This is a Friday, June 22, 2012 file photo of German Chancellor Angela Merkel, left, as she talks with Italian Premier Mario Monti during a joint press conference with Spanish Premier Mariano Rajoy and French President Francois Hollande in Rome. Often these days, the first order of business at European Union summits is not the continent's dreadful financial crisis. It's getting to know the people around the table. The group of national leaders that will meet this week in Brussels is a different crew from the one that met in October 2009, when the crisis in Europe first erupted with the news that Greece was in deep difficulty. (AP Photo/Andrew Medichini, File) (Andrew Medichini)
La agenda de la cumbre está llena de ideas para salvar al euro, pero a España y a Italia solo les sirven medidas contundentes para reducir el acoso de los mercados.
Por eso, boicotean el pacto de crecimiento anunciado en el primer día de la cumbre que pretende inyectar 120.000 millones de euros para reactivar la economía, si no hay medidas para prevenir el acoso que sufren en los mercados.
“Hay un problema clarísismo de sostenibilidad de la deuda en Europa. Mientras no se solucione eso, todo lo demás no será creíble”, dijo una fuente española.
Unas medidas que rechazan los países partidarios de la mano dura de la austeridad y las reformas, con Alemania a la cabeza.
El resto de propuestas, como la integración fiscal o la unión bancaria, sobre lo que en principio no hay demasiada oposición, llevarán tiempo en ponerse en marcha y todavía más en dar resultados.
Italia, cuya deuda asciende al 120% del producto interno bruto (PIB), paga por sus bonos a 10 años más del 6%, mientras que a España, cuyo talón de Aquiles son sus bancos muy expuestos al estallido de la burbuja inmobiliaria en el 2008, le exigen en el mercado secundario casi el 7%.
El Gobierno español se ha visto abocado a solicitar ayuda económica a Bruselas para recapitalizar sus bancos, que ha puesto a su disposición 100.000 millones de euros.
España pretende que este dinero se inyecte directamente en los bancos sin que se compute como deuda pública, lo cual apoyan las propias instituciones europeas y el Fondo Monetario Internacional.