In this Wednesday, July 11, 2012 photo, the private restaurant Mama Ines is shown in Old Havana, Cuba. As part of President Raul Castro's fledgling free-market reforms, most independent restaurateurs have been operating out of their own homes, restricting their access to good locations and forcing them to cannibalize their living space. But a new initiative by Eusebio Leal, the government's Havana historian, is blazing a new trail by directly renting prime, indoor real estate to private small-business people so they can set up long-term, compete with government shops and joint ventures between the state and foreign companies. (AP Photo/Ramon Espinosa) (Ramon Espinosa)
La Habana. AP. A simple vista, Mamá Inés parece uno de tantos restaurantes abiertos en La Habana tras reformas adoptadas por el Gobierno que ahora permiten algunas actividades de mercado libre.
La excepción es un cartelito que cuelga en la fachada, medio disimulado, que dice: Local arrendado, Oficina del Historiador.
El historiador de La Habana, Eusebio Leal, vela por la parte colonial de la capital y tiene poder para hacer prácticamente de todo.
Ahora se le adelantó nuevamente a otras dependencias gubernamentales y ofreció edificios del Estado en alquiler a negocios como Mamá Inés y un puñado de comercios: hay una peluquería, un salón de masajes y, más abajo, un vivero especializado en bonsais.
Hasta ahora, la mayoría de restaurantes independientes funcionaban en las casas de sus dueños, lo que limitaba una buena localización y forzaba a los dueños a sacrificar espacio en sus propio hogar.
“Mira, nunca estuve de acuerdo en hacer un paladar (restaurante) en mi casa. ¿Sabes por qué? Porque en mi casa se me altera el orden, no puedo estar con mi familia. Uno pierde la privacidad”, expresó Tomás Erasmo Hernández, el dueño de Mamá Inés.
Muchos cubanos básicamente alquilan sus casas al Gobierno por una cifra nominal y otras entidades gubernamentales empiezan a permitir que artesanos y técnicos en reparaciones compartan espacios.
Zona rentable. Sin embargo, la iniciativa de Leal es diferente pues alquila en forma directa en una de las áreas más cotizadas donde los negocios privados pueden instalarse a largo plazo y tienen posibilidades reales de generar ganancias.
Para gente emprendedora de La Habana Vieja , es una oportunidad de meterse en el negocio del turismo que maneja divisas fuertes.
Además, representa un programa piloto que, de ser ampliado, podría favorecer a los pequeños comerciantes, darle a un gobierno necesitado de dinero una nueva fuente de ingresos y acabar con cinco décadas de prédica marxista sobre el uso de propiedades del Estado.
“Esto es algo más que un elemento de vanguardia, es algo único. Los locales de La Habana Vieja podrían resultar muy valiosos por el acceso que tienen al turismo”, comentó el economista Rafael Romeu, de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana con sede en Washington.
El osado proyecto es un agudo contraste al lento avance de las reformas tras un inicial frenesí a finales del 2011, cuando el Gobierno legalizó la venta de bienes raíces y vehículos usados.
Otras reformas prometidas, como crear cooperativas medianas, la derogación de restricciones de viaje y la ampliación de la lista de empleos que pueden pasar al sector privado, aún no se cumplieron. La cantidad de personas que solicitó licencias privadas disminuyó este año, y otros las devolvieron.
Muchos negocios fracasaron precisamente por la falta de una localización ideal, por lo cual la mayoría se establece en viviendas, patios o quioscos improvisados.
Abriendo brecha. Sin embargo, el proyecto de Leal está ganando fuerza. Sin demasiada fanfarria, la oficina de Leal alquila cinco locales, con acuerdos de cinco a diez años y renovables de mutuo acuerdo.
En los tres primeros meses, no se cobran intereses para darle al comerciante oportunidad de impulsar su negocio. Durante un año, los comerciantes pueden deducir de sus declaraciones de rentas lo que gasten en mejoras, explica David Viciedo, economista que trabaja para la Oficina del Historiador.
Hasta ahora no hubo un proceso de licitación pública ni publicación de tasas de alquiler en esta fase piloto del programa. Para que el proyecto tenga impacto real, debe evitar la percepción de favoritismo.
Por ahora, los primeros cinco arrendatarios de la Habana Vieja tienen fuertes lazos con la Oficina del Historiador y el gobierno. Hernández, por ejemplo, fue chef de Fidel Castro y cocinó para visitantes ilustres como Gabriel García Márquez y Arnold Schwarzenegger. Además, fundó varios prominentes restaurantes del Estado.
Pagará $700 mensuales, que es muy inferior a los $1.500 a $2.000 que abonan otros gastrónomos para alquilar espacios en casas particulares en otros sectores de la ciudad.
Viciedo admite que la oficina de Leal seleccionó gente conocida, pero dijo que lo hizo porque durante la fase experimental quería gente que ya ha tenido éxito en su negocio.
Agregó que en el futuro todo el mundo tendrá una oportunidad, no solo la gente conectada.
“Pretendemos que el proceso no sea solo para personas conocidas. Luego tiene que ser mucho más participativo”, explicó Viciedo.
El proyecto va en dirección contraria a los ideales del Partido Comunista que dirige el país desde hace cinco décadas, cuando tras varios años de revolución, progresivamente casi todos los negocios privados pasaron a manos del estado.
Una isla que llegó a contar con unos 60.000 locales comerciales en 1959 tenía 4.000 en 1993, la mayoría propiedad del estado, de acuerdo con Joseph L. Scarpaci, director ejecutivo del Centro para el Estudio de la Cultura y la Economía Cubanas con sede en Blacksburg, Virginia. Esa cifra subió hasta llegar a casi 10.000 en la actualidad.
“Todo lo que se sabía en la isla sobre la venta al por menor, generaciones de información, se perdió o fue enterrado porque la revolución lo nacionalizó todo y casi todos quedaron bajo el control del estado. La pérdida de capital humano fue cuantiosa”, dijo Scarpaci.
El Estado ha estado alquilando espacios en lotes vacantes a personas que venden artesanías, ropa y baratijas desde hace un tiempo. Y en la Habana Vieja funciona desde hace tiempo un mercado artesanal que es una parada obligada para el turista.
La prensa cubana informa que en otros sectores de La Habana y de ciudades del interior como Pinar del Río y la playa de Varadero también se comenzó a alquilar locales para comercios.
Sin embargo, la mayoría parecen ser espacios compartidos por joyeros, barberos, reparadores de relojes y zapateros que manejan el débil peso cubano.
Los detalles sobre el proyecto de la Habana Vieja escasean y no mucha gente está al tanto del programa, que está en pañales, al punto de que ninguno de los arrendatarios de Leal ha firmado un contrato todavía.
Viciedo dijo que los alquileres dependerán de la ubicación y el tipo de propiedad, e irían de $1 a $13 por pie cuadrado (nueve centímetros cuadrados) por año. Mamá Inés, que se encuentra en una pintoresca calle de adoquines a media cuadra de una zona turística muy concurrida, costará $6,60 el pie cuadrado.
Scarpaci dijo que los comerciantes podrían no estar haciendo un gran negocio si uno toma en cuenta los costos de las licencias, los impuestos, la escasez de recursos y la falta de capital inicial en un país donde el salario mensual promedio del gobierno es de $20.
“Estás exprimiendo a quienes menos pueden ser exprimidos”, sostuvo Scarpaci, quien es director del departamento de mercadeo de la West Liberty University de West Virginia y ha escrito una historia sobre las ventas minoristas en Cuba.
Hernández confía en que su restaurante, con capacidad para 40 personas, en un local que ocupó en abril, luego de que la Oficina del Historiador terminó de restaurar el edificio, le permitirá cubrir el alquiler de $700 mensuales cuando llegue la temporada turística.
Pagar esa suma es una bobería en un lugar como este, el casco histórico, afirmó, al tiempo que opinó que el estado debía hacer más por la iniciativa privada y dar acceso a las mercaderías a través de negocios tipo Costco.
“Yo creo que el año que viene va a ser un año muy bueno si siguen incrementando (el proyecto) y si nos dan facilidades”, añadió.
En La Habana Vieja, además de los cinco locales que ya están funcionando, se están remodelando otros cuatro edificios para alquilar locales y decenas más podrían seguir el mismo camino, según Viciedo.
El primero en abrir fue un modesto Salón de Belleza, en el que los clientes pagan cinco dólares por lavado, corte y peinado. Luego vino el vivero, en el local de al lado, donde las violetas africanas se venden por $1,50 y un bonsai adenium a $60.
“Estoy muy feliz hasta ahora”, comentó Alejandro González Aguiar, devoto del arte del bonsai. La ventaja que tiene este lugar es la ubicación. Es muy transitado. Solo la ubicación se vende.