“La revolución en Egipto era un pilar de la Primavera Árabe que comenzó pocos días después de Túnez y seguida por Libia y Yemen, y actualmente la revolución en Siria apunta contra el régimen opresivo”, declaró Mursi en su discurso.
El líder egipcio contradijo así la línea defendida por Damasco y por Teherán, que aseguran que la revuelta siria es un complot “terrorista”, promovido por Estados Unidos y por países de la región.
“Egipto está dispuesto a trabajar con todas las partes para hacer que la sangre cese de correr”, manifestó el presidente egipcio.
La delegación gubernamental siria abandonó la sala durante el discurso de Mursi y el ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid Muallem, acusó al líder egipcio de alentar el derrame de sangre.
El conflicto sirio ha dado a Mursi la oportunidad de tender la mano a Teherán, tras 32 años de difíciles relaciones entre ambos países, y a mediados de agosto propuso crear un comité regional en el que participen, además de Egipto e Irán, Arabia Saudí y Turquía, para buscar una solución a la crisis siria.
Al abrir el encuentro, el guía supremo iraní, Alí Jameneí, refiriéndose a las sanciones internacionales contra Irán, vinculadas con su programa nuclear, denunció la “dictadura manifiesta” del Consejo de Seguridad de la ONU.
Esta “estructura irracional, injusta y totalmente antidemocrática”, compuesta, entre otros, por cinco miembros permanentes con derecho de veto (China, EE. UU., Francia, Reino Unido y Rusia), está “controlada por la dictadura de algunos países occidentales”, afirmó Jameneí ante Ban Ki-moon, quien participaba en la reunión pese a las críticas de Washington e Israel.
Ban Ki-moon replicó pocos minutos más tarde. “En el interés de la paz y de la seguridad en la región y en el mundo, pido encarecidamente al Gobierno iraní que adopte las medidas necesarias para restablecer la confianza internacional sobre el carácter exclusivamente pacífico de su programa nuclear”.
Irán debe “cumplir totalmente las resoluciones del Consejo de Seguridad y cooperar plenamente con la AIEA”, declaró Ban.
Ayer mismo, la AIEA aseguró en su nuevo informe sobre Irán que el país ha duplicado el número de centrifugadoras en su instalación subterránea de Fordo, un aumento de su capacidad de enriquecimiento de uranio mayor de lo previsto, y acusó al país de obstaculizar sus inspecciones en la base militar de Parchin, donde existen sospechas de actividades nucleares ilícitas.
Ban también instó a los dirigentes de todas las partes que "pongan fin a las amenazas provocadoras" que podrían "degenerar rápidamente en una espiral de violencia", aludiendo a las amenazas de Israel de bombardear las plantas nucleares de Irán.
El secretario general de la ONU condenó igualmente con firmeza a Irán por su negación del Holocausto y del derecho de Israel a existir, repetido insistentemente por dirigentes iraníes, entre ellos Jamenei, y el presidente Mahmud Ahmadinejad, ambos presentes en la sala.