Mientras el gobernador de ese estado, Bobby Jindal, declaraba el estado de emergencia ante el inminente arribo del crudo a las costas del delta del Misisipi, los servicios de rescate iniciaban una carrera contrarreloj.
El presidente de EE. UU, Barack Obama, ofreció, en una reunión especial sobre esta crisis, “todos los recursos disponibles”, incluyendo los militares, en un intento por evitar una posible catástrofe ambiental en la zona.
La presencia de la gigantesca marea negra, cuyo crecimiento es cinco veces más rápido de lo que se pensaba y estaba ayer a 28 kilómetros de las frágiles costas de Luisiana, dominó la rueda de prensa en la Casa Blanca.
La secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, anunció que el derrame en el golfo de México se declaró desastre de importancia nacional para permitir el uso de equipos y recursos de todo el país para mitigar los daños.
La urgencia se debe al hallazgo el miércoles de una nueva fuga que deja 800.000 litros diarios de petróleo vertido al mar.
La contraalmirante de guardacostas estadounidense, Sally Brice O'Hara, precisó que posiblemente la marea negra toque tierra hoy.
Napolitano insistió en que el grupo británico BP, que explotaba la plataforma petrolera, es responsable del hecho y exigió que reaccione de la mejor manera posible.
La plataforma
La plataforma se hundió dos días después de producirse una explosión el 20 de abril y un posterior incendio a bordo. Once personas fueron declaradas desaparecidas.
Además, se desplegaron barreras flotantes para cubrir unos 37 kilómetros frente a las costas de Luisiana a fin de intentar contener el petróleo. Aun así, son insuficientes y haría falta desplegar más.
Una flotilla enviada por los guardacostas y BP logró rodear parte de la mancha y fijarla entre barreras flotantes. Luego, una pequeña boya se envió de inmediato al interior de la mancha a prenderle fuego, un mecanismo de control común en este tipo de situaciones.
Sin embargo, incendiar la mancha de petróleo trae nuevos problemas, como las enormes nubes de humo negro tóxico en el aire y residuos aceitosos en el mar, por lo cual estas operaciones deben ser constantemente monitoreadas.
El objetivo de la operación es proteger el ecosistema de la costa y los pantanos de Luisiana, santuario para la fauna, en particular para las aves acuáticas.
Otros estados de la región (Florida, Alabama y Misisipi) temen que la marea negra afecte sus playas y contamine zonas pesqueras, cruciales para la economía local.
Criadores de camarones de Luisiana, en forma colectiva, presentaron ayer una demanda contra BP por $5.000.000 por daños al sector.
El martes fallaron intentos de sellar dos fugas, a a 1.500 metros de profundidad, en un oleoducto que conectaba la plataforma a la fuente de origen del crudo, pese al uso de cuatro submarinos.