Quito. EFE. La principal organización indígena de Ecuador, que fue un apoyo importante de Rafael Correa para convertirse en presidente, vive un momento convulso tras el procesamiento por terrorismo y sabotaje de 200 integrantes, lo que agravó su pugna con el Gobierno.
El caso más célebre es el de los líderes de la etnia shuar, José Acacho, Pedro Mashiant y Fidel Karinas, encarcelados a principios de febrero bajo cargos de terrorismo y sabotaje por instigar una manifestación en el 2009.
Esta semana, una jueza ordenó su liberación tras determinar que la detención era ilegal y arbitraria.
El mandatario ecuatoriano, por su parte, rechazó cualquier persecución política al movimiento indígena con un desafiante: “Qué hagan lo que les de la gana. Estamos en Estado de Derecho, donde se juzga de acuerdo con el debido proceso y de acuerdo a las leyes”.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la principal agrupación de ese tipo del país, y su brazo político, el Pachakutik, retiraron el apoyo a Correa tras la presentación de proyectos de ley de minería y aguas que a su juicio atentaban contra sus derechos. Mientras tanto, otras dos agrupaciones de menor peso, la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) , y la Federación Ecuatoriana de Indígenas Evangélicos (Feie) mantienen el respaldo al Gobierno.
Con sólo un 6,9% de la población, según el censo del 2001, la fuerza del pueblo indígena radica en que es uno de los movimientos sociales mejor organizados, con mayor peso electoral en algunas circunscripciones y, sobretodo, habita en territorios con grandes fuentes de recursos naturales, especialmente petróleo.