La Habana. AFP. Cubanos de Miami y La Habana, las “dos orillas” del estrecho de Florida y distanciados desde hace décadas por causas políticas, colmaron ayer la catedral de La Habana en un acto de unidad con motivo de la visita de Benedicto XVI.
Con sus credenciales de peregrinos al cuello, por la visita papal, cubanos y cubanas de Miami y otras partes de Estados Unidos llegaron a La Habana tras asistir a la bienvenida del Pontífice el lunes, en Santiago de Cuba y visitar el santuario de El Cobre.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, ofició la misa acompañado de dos obispos cubanos residentes en Estados Unidos: Felipe Estévez, de San Agustín, Florida, y Octavio Cisneros, de Brooklyn, Nueva York.
Hermandad y diversidad. “En estos momentos queremos que los cubanos aprendan a ser hermanos, y en esa hermandad tengan conocimiento de la diversidad, y que esta diversidad no tiene que dividir al pueblo, que sigue siendo un solo pueblo”, dijo el arzobispo Wenski a la prensa.
Para la histórica visita de Juan Pablo II a la Isla, en 1998, fracasó un intento de la Iglesia para que viajaran peregrinos de Miami.
En esta ocasión, antes de la misa, los cubanos de Miami aprovecharon para recorrer La Habana Vieja, donde está enclavada la catedral, y comprar artesanías y recuerdos de la Isla.
La visita de Benedicto XVI, que terminará hoy tras una misa campal en la plaza de la Revolución, tiene para la Iglesia dos objetivos básicos: la reconciliación entre cubanos y una nueva evangelización en el país caribeño.
La labor de la Iglesia en la reconciliación es “excelente, es un acto de amor y la revolución cubana es también un acto de amor”, expresó el poeta cristiano Pablo Armando Fernández, Premio Nacional de Literatura
“La Iglesia siempre ha trabajado por la reconciliación y por la evangelización”, dijo el opositor Oswaldo Payá, quien dirige el Movimiento Cristiano Liberación.